Abogando por el enemigo

Que el presidente Santos, sin contar con un dictamen técnico, se haya apresurado a declarar que el helicóptero militar caído en Urabá, fue producto de un accidente debido al mal tiempo, nos ratifica que el orden de sus prioridades es firmar la paz a cualquier precio.

Según el video filmado desde el helicóptero que acudió en auxilio del aparato siniestrado o derribado, no había mal tiempo, la visibilidad era plena, pero el Presidente y el ministro de Defensa, presurosos, salieron a decir que se había chocado contra una ladera en vez de esperar resultados de la investigación técnica, que era lo correcto.

Se ha advertido, con suficientes razones, que un cese de hostilidades por parte de las guerrillas es creíble si hay verificación y esta es ejecutable si la guerrilla se concentra. Como así no se pactó, las FARC se creen en el derecho de atacar a cualquier unidad militar que se acerque a los campamentos o zonas bajo su control, vía aérea, terrestre o acuática. La Fuerza Pública, de hecho y en contravía de la Constitución, por orden presidencial, debe abstenerse de hacer presencia para combatir a grupos violentos, y si no acata la intimidación se arriesga a ser atacada de sorpresa, como ocurrió con la patrulla del Ejército en Cauca el pasado 15 de abril.

De manera, que con las ventajas otorgadas por el presidente Santos, las FARC tienen patente de corso para hacer de las suyas en nombre de su derecho a defenderse y obtienen la seguridad de todas sus zonas y bases, que se cuentan por decenas.

Así pues, estamos en la situación más indeseable y riesgosa de todo este proceso de conversaciones de paz, un gobierno que ha dejado toda la iniciativa al rival, jugado por el nobel de paz, dispuesto a firmar a cambio de muy poco, que ha ofrecido el oro y el moro y que, incrementa sus regalos con el proyecto presentado al Congreso para eliminar la extradición de guerrilleros e iniciar gestiones por la liberación de alias Simón Trinidad.

Un presidente que cree más en las FARC que en la capacidad de combate de las FF. MM., pues ya está diciendo que si no hay paz no serán 20 o 25 años más de guerra sino medio siglo. Las palabras del Comandante Supremo de la Fuerza Pública, se inspiran en el falso dilema: es preferible firmar un mal acuerdo que seguir en guerra, y transmiten desconfianza hacia quienes a diario se juegan la vida en cumplimiento del deber.

¿Qué futuro nos espera a los colombianos con un ejército descabezado y sin mística para defender las instituciones? En los insucesos de las aeronaves de la Fuera Aérea Colombiana la premura del Gobierno en exonerar de responsabilidad a las guerrillas parece sugerir que hay que salvar como sea el cese bilateral pactado con las FARC. Es demasiado lo que se ha cedido en materia militar como para impedirle al Ejército Nacional el cumplimiento de la función constitucional de hacer presencia en todo el territorio nacional.

DENUNCIA: Son muchos los debates que estamos librando quienes escribimos nuestras reflexiones y pensamientos sobre un proceso en el que se está jugando el presente y el futuro del país. Desde la crítica de las armas, de la Justicia, la agenda nacional, la verdad jurídica hasta la interpretación histórica. Lo ideal es que lo podamos hacer en libertad, sin amenazas o intimidaciones. Por mis puntos de vista expuestos con franqueza, equivocados o no, y abiertos al debate, he recibido la descalificación intimidatoria del portal profariano ANNCOL a través de un editorial titulado, “¿Cómo desescalar el anticomunismo?” (del que yo sería un representante) y de uno de sus columnistas, Horacio Duque Giraldo, quien me califica de ser “una oscura ficha del fascismo uribista, seudo historiador que vive en Medellín quien vomita odio antidemocrático desde una equivocada columna en El Espectador”. En tono de bárbaros cruzados, el editorialista arrasa con el buen nombre del diario El Espectador, el de una universidad española y el de un municipio colombiano. Si así escriben sin estar en el poder, ¿qué no harán teniéndolo en sus manos? En los siguientes links se puede leer los textos en mención: http://anncol.eu/index.php/editorial/item/1258-como-desescalar-el-anticomunismo y http://anncol.eu/index.php/opinion/item/1171-horacio-duque#itemCommentsAnchor

En sus escritos no hay un solo argumento a favor del comunismo, será por eso que optan por un expediente característico de los dogmáticos: el anatema, el ataque Ad Hominen, detrás del cual esconden la pobreza teórica de la anacrónica doctrina. Y una intimidación enmascarada en la palabra “desescalar” con la que pretenden justificar la necesidad de acallar voces como la mía y cancelar toda crítica a su dogma.

Por venir de gente que justifica la “lucha armada revolucionaria”, considero justificado advertir ante la opinión pública nacional e internacional que puede estar en riesgo mi integridad y mi vida. Por eso, solicito del Gobierno Nacional medidas de protección y al doctor Humberto de la Calle que demande una rectificación de la delegación negociadora de las FARC.

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