Aciertos e inquietudes

¿Santos opuesto a Uribe? ¿Uribe opuesto a Santos? No lo creo. Luego de leer el pasado lunes en este diario la excelente entrevista que el presidente Santos le concedió a María Isabel Rueda, se da uno cuenta de que entre los dos mandatarios existen notorias diferencias de carácter y de manejo político, pero no de objetivos. Los tres huevitos siguen en el canasto.

Es hora de dejar a un lado polarizaciones como las que hicieron víctima a Uribe de toda suerte de injustos ataques, mientras más de un setenta por ciento de los colombianos sigue considerando afortunada su gestión en beneficio del país. Sería deseable que se afirmara hoy en Colombia un periodismo ajeno a esas ciegas matrículas de apoyo o crítica a un gobierno, para reconocer sus aciertos y señalar sus eventuales fallas. El país necesita hoy como nunca una opinión pública ajena a furibundas y ciegas posiciones.
Siguiendo esta nueva pauta, es hora de reconocer lo conseguido por el presidente Santos en el campo de las relaciones internacionales y en su política económica, orientada a conseguir la aprobación del TLC, a abrirle al país nuevos mercados y a continuar atrayendo la inversión extranjera. También ha sido inmediata y firme la manera como ha buscado enfrentar la terrible tragedia invernal abatida sobre el país.
No me parecen justas las críticas que en estos tres campos le hacen algunos amigos, cuya posición suelo compartir. Siempre he combatido a Chávez y a su inquietante Socialismo del siglo XXI, pero es imprescindible reconocer que lo obtenido por Santos de nuestro peligroso vecino y de Unasur ha sido muy positivo para Colombia. Nuestra imagen en Europa es muy buena. Escuché en Madrid la exposición del Presidente ante empresarios españoles, y pude comprobar la excelente impresión que dejó en ellos. Finalmente, las fallas que se hayan anotado en la ayuda a los damnificados por el invierno obedecen al viejo marasmo de órganos estatales y no a las medidas puestas en marcha por el Gobierno.
¿Inquietudes de otro orden? Para mí, dos muy grandes. La primera no es propia del Poder Ejecutivo, sino del Poder Judicial: su feroz parcialidad en fallos y medidas de aseguramiento contra miembros de las Fuerzas Armadas y personajes cercanos al presidente Uribe. La detención preventiva impuesta a limpios tecnócratas vinculados al AIS, como si se tratara de personajes de alta peligrosidad, es el último desvarío judicial que escandaliza al país. La inquietud que todos tenemos es que, en aras de un buen entendimiento con los magistrados de la Corte Suprema, este problema, que requeriría reformas de fondo, no sea abordado por el Gobierno.
La otra inquietud es la situación que hoy vive el Ejército: fisuras internas y una inocultable desmoralización de sus mandos medios que surgió cuando fue derogado, bajo el pasado gobierno, el Fuero Militar y oficiales y soldados quedaron a merced de una sesgada justicia ordinaria. A este problema se suman otros, como las desavenencias en la cúpula militar a raíz del nombramiento del almirante Cely, la salida del general Matamoros o el hecho de que, para dar paso a cuatro marinos, tres coroneles condecorados por sus actuaciones en las operaciones Jaque, Fénix y Camaleón no hayan sido llamados al curso de generales.
El hecho cierto es que, para no ser víctimas de la guerra jurídica, muchos oficiales permanecen en sus guarniciones. De esta situación está sacando partido la guerrilla, que ahora resucita en muchas zonas del país. Vale la pena, pues, prender timbres de alarma. Espero que el presidente Santos no los estigmatice como expresiones de derecha. Su empeño -estoy seguro- es el de consolidar lo conseguido por Uribe en el campo de la seguridad.
Plinio Apuleyo Mendoza
Eltiempo.com
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