Agricultura mundial robotizada

Desde la segunda mitad del siglo XX el impresionante aumento de la producción agrícola se dio principalmente a causa de mejoras en productividad, mientras que los agricultores de Colombia se empeñaban en asegurar la protección de sus mercados y no invertir en productividad, pues si tenían que aumentar la producción era más barato tumbar monte.

Mientras el actual gobierno colombiano tuvo la “genialidad” de entregar el manejo del campo a los comunistas, ahora convertidos en cartel narcotraficante, quienes fracasaron en todas partes donde su fallida ideología produjo millones de muertos de hambre y colapsaron la producción agrícola; en el resto del mundo están pensando de manera distinta.

Quienes saben que el asunto clave es la producción por hectárea y no solo el número de hectáreas sembradas, están pensando en la agricultura del futuro, o “Agricultura de Precisión”, recurriendo a cosas que hoy parecen ciencia ficción pero que serán la realidad de la agricultura, como por ejemplo: la computarización y los robots en el campo para siembra y recolección, como un recolector de fresas que solo retira de la planta las que estén maduras; el monitoreo remoto de cultivos, el análisis de datos sobre semillas, suelos, crecimiento; patrones climáticos y revolucionarios métodos de fumigación.

Está desarrollándose el uso de drones para el monitoreo de cultivos, siembra y fumigación. La empresa BioCarbon, desarrollada por un antiguo ingeniero de la NASA experto en el manejo de drones, está explorando la posibilidad de usar estos aparatos para soltar semillas pre-germinadas desde una altura de dos o tres metros por encima del suelo, pudiendo plantar cerca de 36.000 árboles al día con apenas el 15 % del costo de los métodos tradicionales que utilizan personal humano.

Estos mismos dispositivos podrían usarse para la fumigación de alta precisión y con distintas concentraciones, por ejemplo para el uso del glifosato en el combate a los cultivos de coca, reduciendo al mínimo los riesgos humanos y ambientales, los costos por hectárea y aumentando la precisión y velocidad de eliminación. Pero el gobierno prefirió darle gusto a la exigencia de la guerrilla y ahora sin alternativa al glifosato y “sin ministro de Defensa” veremos cómo la coca tapizará al país.

Algunos apuntarán que eso es imposible, pero eso mismo dijeron del arado y luego del tractor. Otros dirán que esos son cosas para ciertos tipos de cultivos mecanizables, en tierras planas y con un costo inaccesible para los minifundios, y es probable que así sea, pero renunciar a esto es la disculpa de los que siguen aspirando al proteccionismo, que siembra y cosecha mediocridad, o a los mamertos detractores del latifundio que siguen pensando, así sea con buenas intenciones, que solo repartiendo tierra se va a acabar la violencia.

Pondrán como ejemplo a cultivos como el del café, que por su topografía y por el tamaño de los predios no pueda robotizarse, pero por la misma razón este cultivo tendrá que migrar a darle prioridad al tema de la calidad y diferenciación, cosa que la anquilosada Federación de Cafeteros no ha podido, o no ha querido, entender desde hace décadas.

La “revolución del campo” no la van a hacer los revolucionarios comunistas.

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