Algo más sobre elecciones

Hay signos esperanzadores de que el crimen organizado, la corrupción y el clientelismo tienden a influir cada vez menos en los resultados electorales. Sin la pretensión de ser originales ni exhaustivos queremos compartir impresiones sobre el panorama nacional de la jornada democrática del pasado domingo, contienda que, en términos generales, deja signos esperanzadores de que el crimen organizado, la corrupción y el clientelismo tienden a influir cada vez menos en los resultados, a medida que se fortalecen las instituciones y los colombianos van siendo más cultos políticamente y, por ende, más conscientes de lo que está en juego a la hora de elegir a sus gobernantes y personeros en las corporaciones públicas.

Coincidimos con quienes reclaman un aplauso para el Gobierno por la manera como rodeó de garantías a todos los participantes y el empeño que puso especialmente desde el Ministerio del Interior en ayudar a los partidos y movimientos a depurar sus listas de candidatos judicialmente cuestionados o con nexos comprobados con la delincuencia. Se hizo célebre la “ventanilla única de consulta”, instalada por disposición del ministro de la política, Germán Vargas, en la cual aquellos pudieron verificar los antecedentes de quienes buscaban su aval. En realidad fue un éxito, pues se recibieron casi 168.000 consultas y se detectaron 13.800 aspirantes con algún inconveniente. Queda mucho por hacer en ese frente, pero se dio un primer gran paso en la dirección correcta.
Digno de encomio también el trabajo mancomunado de las Fuerzas Militares y de Policía para que no hubiera un lugar del territorio nacional donde la acción del terrorismo narcoguerrillero o del bandidaje de combos y pandillas pudiera impedir a los ciudadanos el libre ejercicio del voto. La gente desoyó los cínicos llamados de las Farc a la abstención que se mantuvo en los niveles históricos y con excepción de algunos incidentes aislados, como el caso de Arauca, donde murió baleado en un falso retén de la guerrilla el conductor del vehículo de un representante a la Cámara, la tranquilidad y el ambiente festivo fueron la característica dominante de la cívica jornada.
Especial felicitación merece la Registraduría, en cabeza del doctor Carlos Ariel Sánchez, por la exitosa organización del debate y porque cumplió su promesa de entregar prontamente los resultados, con reportes que fluyeron con rapidez después del cierre de las urnas, y en poco más de dos horas ya conocíamos los colombianos a gran parte de los nuevos mandatarios. A propósito, muy merecida la reelección del señor registrador, quien ojalá consiga coronar su objetivo de “superar la edad de piedra” e instaurar en forma definitiva la votación electrónica a partir de las elecciones del 2014.
Con relación a los partidos políticos nos parece extraordinario el repunte del Partido Liberal, el más votado para gobernaciones, con el 18,8%, después de los llamados “movimientos significativos de ciudadanos”, es decir, los candidatos que se inscribieron por firmas, que sumaron el 34,4% de los votos, un fenómeno que sin duda guarda relación con la crisis de los partidos y cuyo análisis no debiera soslayarse. Fenómeno que por cierto no fue tan relevante en el caso de las alcaldías, donde el liberalismo consiguió la más alta votación, con el 21.9%, seguido de Cambio Radical (18,8%) y en tercer lugar los candidatos por firmas, con el 15,6%, la misma votación del Partido de la “U”, que había tenido la 3ª votación para gobernaciones con el 12,5%. Muy preocupadas deben andar las directivas del Partido Conservador con sus pobrísimos resultados, con apenas el 3,1% para gobernaciones y el 9,4% para alcaldías, superado incluso por el Partido Verde y la Alianza Social Independiente, ASI.
Con respecto al triunfo de Petro y su movimiento Progresistas, que de paso deja en precarias condiciones a su antiguo partido, el Polo Democrático Alternativo, que además perdió la gobernación de Nariño, hay que decir que, pese a fundamentales diferencias filosóficas y políticas y a que no es el alcalde que hubiéramos apoyado para dirigir los destinos de la capital de la República, respetamos la voluntad mayoritaria de los bogotanos y quedamos a la espera de que la morigerada beligerancia de su discurso y la promesa de pluralidad y respeto hacia la oposición sean norma de su gobierno.
El Mundo, Medellín
Editorial
1 de noviembre de 2011
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