Algo muy grave está pasando en Colombia

Los acontecimientos de ayer son gravísimos para el país. Cada día tenemos por desventura que dar una mala noticia sobre lo que se llamaba antes el orden público y ahora con muy justo titulo se llama el tema de la Seguridad Democrática. Hemos perdido terreno en todos los frentes, nos estamos debilitando. Algo muy grave está pasando y algo que tiene que ser corregido de inmediato.

El descubrimiento que se ha hecho de cómo era la Policía la que alimentaba el tráfico de drogas desde San Andrés y Providencia no es una noticia menor. Comprendemos que en un grupo humano tan vasto como la policía y además enfrentada a todas las formas de la delincuencia y de la corrupción, puede haber corruptos. Pero éste no era un caso separado o aislado. Este era un caso sistematizado de corrupción: la Policía de San Andrés era la que servía de plataforma para el tráfico de drogas. Salían las famosas lanchas rápidas camino de Centro América pero no, tenían un lugar más cómodo donde llegar, que eran las islas de San Andrés y Providencia, con el amparo de la Policía Nacional.

Esto tiene unas dimensiones enormes, esto tiene que ser mirado con mucho juicio porque uno se pregunta fue localizada la policía ejecutando estos actos de corrupción. ¿Dónde más está metida la Policía? Se hablaba  hace pocos días del aeropuerto Bonilla Aragón, en Cali, donde había también un grupo de policías que permitía el tráfico de drogas. Y entonces uno hace composición de lugar. Y dice, por ejemplo, por qué la fumigación aérea no produce resultados. Que es lo que estamos viendo. Cuando no coinciden las hectáreas fumigadas con el resultado final de la cantidad de superficie sembrada en coca.

Cuando estábamos en el gobierno decíamos que por mucho que se resembre la coca los aviones van más rápido que los sembrados de coca. Ahora parece lo inverso. ¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Será que hay organismos de la Policía que en el momento de llenar los tanques de los aviones de fumigación cambian la formula? Basta con cambiar un poco la fórmula y el glifosato no sirve para destruir los cultivos sino que sirven de abono. Efectivamente, el glifosato se usa en el campo agrícola, por ejemplo en la caña de azúcar, para mejorar la producción azucarera. ¿Sera eso lo que estamos haciendo?  ¿Tendremos comprometida también la Policía en estos aspectos? Son preguntas, son sospechas, son dudas que surgen después de un acontecimiento como el de ayer.

El general Oscar Naranjo, que es un hombre limpio y que le habla claro al país, tiene la obligación de decirle hasta dónde están llegando estos niveles de corrupción en la Policía Nacional.

Pero no solamente pasa eso, sino algo que puede ser mucho más grave todavía. Cuatro ciudadanos chinos, que eran servidores de una empresa de exploración de petróleo, fueron secuestrados por las Farc. Estamos en el comienzo de otro proceso parecido al de Arauca con la Manesman? Recordemos que hace unos días fue asaltado un campo de exploración petrolera y fueron secuestrados más de veinte funcionarios que días después fueron todos liberados, salvo uno, que era lo que  interesaba para la extorsión o para el chantaje. Y ahora es en el departamento del Caquetá.

¿Esto qué significa? ¿Qué quieren las Farc? Y si además es la Teófilo esto es una operación en grande escala.  ¿Qué quieren las Farc?  ¿Asustar a las compañías petroleras y desterrarlas del país?  ¿Qué no venga inversión extranjera a Colombia?  ¿O lo que quieren es el dinero: que las compañías petroleras estarían dispuestas a darles como garantía de tranquilidad?  Es decir, vendiendo seguridad como lo hacía Al Capone en Chicago y como está comprobado que se hace, por ejemplo, en muchas regiones o en muchos lugares de Medellín?

Esto es de una gravedad extraordinaria, pero esto demuestra la creciente inseguridad que hay en el país y el retroceso de las fuerzas militares en el cumplimiento de su tarea. Hemos dicho mil veces que en seguridad, lo mismo que en el futbol, el que no toma la iniciativa se la deja al otro.

En los últimos ocho años, en el gobierno del presidente Uribe, el Ejército tenia la iniciativa, el Ejército perseguía a las Farc, el Ejército estaba detrás de ellas y no les había dejado más resguardo que el de la selva casi impenetrable. Allá cayeron el Negro Acacio, el Mono Jojoy, el famoso Jhon, y cayeron tantos otros militantes de las Farc en el corazón de la selva que era donde había que perseguirlos. Pero ahora han vuelto y han vuelto a los campos petroleros y se roban a los funcionarios de las compañías petroleras.  ¿Qué está pasando? Que no tenemos la iniciativa. ¿Por qué? Por dos razones fundamentales. Porque castramos al Ejército con una operación jurídico-política miserable que se está haciendo contra los oficiales y contra los soldados colombianos.

Hace poco denunciábamos en La Hora de la Verdad el hecho insólito que se está viviendo en Villavicencio con una fiscal que está comprando testigos en contra de ocho soldados, un sargento y dos capitanes del Ejército, por haber dado de baja a cinco bandidos, entre ellos a un tal “Icopor”, que ahora aparece como un patriarca del campo colombiano, y que era un guerrillero de las Farc, como lo denunciaron en La Hora de la Verdad dos mujeres que perdieron sus maridos y que vieron como los asesinaba ‘Icopor”, quien ahora es la “víctima” del Ejército.

Antier no más tuvimos la noticia de la condena a 40 años de prisión de ocho militares que “asesinaron” a unos campesinos, todos lo son, pero que, además, tuvieron el tiempo suficiente para quitarles sus ropas y ponerles ropas de camuflaje. Hemos dicho que entonces el Ejército siempre anda con sus elementos de campaña y con un muestrario de vestidos camuflados disponibles en todas las tallas para los campesinos que dan de baja para simular operaciones militares. ¿Qué fue lo que pasó también en Córdoba con estos militares? La Hora de la Verdad lo averiguará.

Esto supone que el Ejército no tome la iniciativa. Los combatientes no quieren combatir. Hay desmoralización en las tropas. Desmoralización que llegó al máximo con la destitución del general Matamoros, el general de más alta graduación en el Ejército de Colombia y por quien el Ejército de Colombia tenía merecida veneración. Pero dijeron que era la piedra en el zapato, que él era el que estaba impidiendo las operaciones y que con su retiro se garantizaba el triunfo de la seguridad democrática otra vez. Y ahora ¿a quién le adjudicamos el papel de piedra en el zapato? Porque se sigue perdiendo la batalla.

El secuestro de estos chinos ha repercutido en el mundo entero. Montserrat Fernández en la mañana decía como había sido recibida la noticia en la BBC de Londres y en los diarios internacionales de importancia. Este ha sido un golpe terrible contra el grado de inversión que nos acaban de otorgar. Este es un golpe terrible contra la sensación de seguridad que tienen que tener las compañías inversionistas extranjeras, casi todas ellas dedicadas al negocio de la exploración y de la explotación petrolera. Y esto demuestra, una vez más, que el tema de la seguridad democrática es un tema gravísimo y que no es un problema de percepción ni es un problema de exageración, ni es un problema inventado. Estamos perdiendo la batalla. Reconocerlo ayudará a rectificar el camino pero mientras sigamos tapando con propaganda las realidades que no se pueden tapar estaremos por el camino equivocado. Hay que ganar la guerra, hay que recuperar el terreno perdido. El presidente Santos tiene la palabra.

Por Fernando Londoño Hoyos
La Hora de la Verdad
Radio Súper, Bogotá
Transcripción de Colombian News
9 de junio de 2011

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