¿Algo tarde para reclamos?

Se protesta por el incremento del IVA, pero ya es una ley de la República, a pesar que desde hace más de un año se advirtió que aumentar su tarifa sería lo sustancial de la reforma tributaria que nada tendría de estructural.

Se reclama por el alto precio de la gasolina, pero desde hace varios gobiernos se le han venido sumando impuestos y sobretasas que ya superan más del 100 % del precio que se le paga al productor, que sólo recibe $4.026 de los $8.181 que paga el consumidor.

Se llora por la estafa de Interbolsa, pero siempre fue público que se negociaban repos con más del 50 % del total de sus acciones en circulación, sin que la Bolsa de Valores de Colombia hiciera algo. Se reclama por la quiebra de Pacific Rubiales, pero se hizo caso omiso a las denuncias de maniobras por parte de sus directivos para sacarle el dinero a la empresa en las narices de la Superintendencia Financiera. Se sufre por los funestos pagarés libranzas, pero se advirtió, desde que Simón Gaviria tramitó la funesta Ley 1527 de 2012, que se estaba abriendo la puerta a un grave desfalco.

Se protesta por el desplome de la acción de Ecopetrol, pero fue pública su vulnerabilidad a los precios del petróleo y la debilidad estructural a la que la sometió el Gobierno ordeñándole casi toda la utilidad, en las narices de los “representantes” de los accionistas minoritarios que nunca han representado a los minoritarios, sino los intereses del Gobierno y callaron el despilfarro en Reficar.

Llorar sobre la leche derramada pareciera ser la suerte colombiana. Hasta la Corte Constitucional declaró en 2015 inexequible un artículo que le permitía a la Contraloría emitir funciones de advertencia para alertar sobre posibles riesgos de pérdida de recursos públicos en medio de la ejecución de un contrato.

Ante tanto hecho legal y administrativo cumplido que nos mantiene golpeados y en el atraso, tal vez es muy poco lo que pueda cambiar con la protesta ciudadana. Y aunque el colombiano se ufana de ser muy avispado, la mayoría no se mete en política y no vota, dando papaya a los políticos de clientela burocrática para que hagan de las suyas. Votar y actuar se tendrá que poner de moda para no sólo llorar.

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