Alicia en el país de las maravillas

Amable lector. La semana anterior fui a visitar a Enrique, maestro de escuela, hoy jubilado que vive en una pequeña finca en tierra fría y se ocupa de cultivar hortalizas, hortensias, azucenas y dalias. Me saludó amablemente y me preguntó si me acordaba del libro de Alicia en el país de las maravillas.

Le respondí que los niños de mi época leímos la obra de Lewis Carroll, pero la verdad es que con el tiempo casi no recordaba nada. No se preocupe por eso que a todos nos pasa. El, en forma sucinta me dijo que Alicia era una niña de siete años que intentaba descifrar con la razón una serie de situaciones que rayan en la locura. Igual como nos ocurre a la mayoría de los colombianos.

Según Enrique, al común de las personas no le resulta fácil entender la manera de actuar de nuestro presidente ni de quienes lo acompañan. Le pedí que me explicara a qué se refería, se sonrió y me dijo que con algunos ejemplos lo entendería mejor.

Antes de ser elegido el doctor Santos para el segundo período, la economía nacional era la admiración de propios y extraños. Poco después apareció un hueco fiscal de $12,5 billones que según otros es mucho más profundo y nadie nos había dicho nada de eso.

Por años, y con razón se ha luchado para que algunas muertes como la de Luis Carlos Galán, entre otras, se consideren crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, los jefes guerrilleros, autores de miles de crímenes, que superan en crueldad a los más radicales del Estado Islámico (EI), se mueven como pez en el agua, van y vienen a su antojo con el permiso del señor presidente y la protección de nuestro hermano país, Venezuela.

Para el doctor Santos y el fiscal es mucho más importante capturar a Luis Carlos Restrepo, María del Pilar Hurtado y Sandra Morelli, que a Timochenko y sus secuaces. Los primeros deben ser castigados sin contemplación, pues son un riesgo para la sociedad. En cambio, los segundos merecen perdón y olvido y sus víctimas son quienes deben viajar a La Habana para ofrecerles disculpas.

El Ministro de Hacienda, reconocido como una autoridad en temas económicos, modificó su propuesta inicial, según la cual el gravamen al patrimonio, la sobre tasa del CREE y el impuesto de renta, que para un gran número de empresas era del orden del 63 % de sus utilidades, la redujo a un 52 %, que apenas dobla el promedio de los países de centro y Suramérica. Sin embargo, muchos no están contentos con este regalo.

La salud no puede estar mejor, no hay pacientes con ébola y a los hospitales y clínicas de Medellín solo les adeudan $1,1 billones, que es menos del 10 % del hueco fiscal. Distraer el tiempo del presidente y su Ministro de Salud, pidiéndoles que les ayuden a resolver tan insignificante problema, no tiene perdón de Dios.

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