¡Alto ahí!

Al menos por hoy señor congresista, diputado, concejal, haga algo compasivo. Aporte, por favor, un día de tregua; gánese horas de respeto.

Sí, al menos por hoy deténgase, guarde los afilados dientes y muestre, como otros antepasados erguidos hace miles de años, que usted también tiene un poco de humanidad, que la evolución darwinista no es en su caso fábula.

Sacúdase, estudiante universitario, deje de robarse el tiquete de TransMilenio; esta madrugada haga fila junto al anciano del bastón; no se eche con las piernas explayadas y por primera vez en su existencia cédale el puesto a la embarazada que al borde de caerse lo observa.

Y por qué no, señor congresista, diputado, concejal, este día haga algo compasivo, no se escabulla a atragantarse de comida y a hablar por celular mientras en la corporación donde cobra se discute algo vital para miles de pensionados o niños que aspiran a ser mejores personas que usted. Este día renuncie a ser custodiado por ocho guardaespaldas y rugientes camionetas. Si prescinde de ese innecesario cuidado y se demora un minuto más en el semáforo, igual que tantos que se desplazan al trabajo aguantando trancones para pagar los impuestos que usted fija, no le pasará nada, téngalo por seguro, ni a usted ni al país.

Quizá con eso, al menos un día entre los mil que calienta curul, también su guardaespaldas opte por cambiar; acaso entienda que quienes transitan por la calle no son palos de bolera, que es inapropiado aplicarles el habitual alto voltaje de atropello violando luces rojas o encaramándose en la acera del restaurante para que usted, honorable congresista, alcalde, gobernador, no reciba al salir achispado de whisky una gota de agua o algún abusivo rayo de sol.

Respetado doctor de la EPS, hoy lávese las manos antes de la cita odontológica y prescinda del matonismo al paciente que lleva meses aguardándolo. Recuerde que la aspirina no cura el cáncer. Amigo policía, descarte morder y recibir mordida. Y usted, venerable magistrado, aliente a creer que la imagen de la justicia nacional no se representa por un altar de papadas entre corbatas fluorescentes.

Quítele grilletes al inocente olvidado millones de expedientes atrás y proteja las calles, al menos hoy, de alguno de los depredadores que desde el baño turco se reparten este país. No pierda de vista que la mayoría de quienes ocupan posiciones como la suya no son como usted y dan lo mejor que tienen. Pero Usted es letal. Aporte, por favor, un día de tregua; gánese horas de respeto.

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