Andrés Guerra, gobernador

Cuando Álvaro Uribe llegó a la gobernación de Antioquia en 1995, nuestro departamento estaba al borde del colapso. La inseguridad amenazaba con liquidar al sector productivo. Los campesinos estaban sitiados por los grupos armados ilegales, la infraestructura estaba en pésimas condiciones.

Fueron 3 años de arduo trabajo que se tradujeron en un renacimiento antioqueño. La base de todo estuvo en la recuperación de la seguridad.

Traigo a colación la gobernación de Uribe, porque la Antioquia de hoy se parece mucho a la de 1995, fundamentalmente en materia de seguridad.

Somos el segundo departamento con mayor número de niños reclutados forzosamente por los grupos armados ilegales. La guerrilla y las bandas criminales han aprovechado la debilidad en materia de seguridad que ha exhibido Sergio Fajardo para hacer de las suyas. Los finqueros son extorsionados, los empresarios volvieron a recibir las boletas intimidatorias de las estructuras delincuenciales. En el área metropolitana, las pandillas y bandas de atracadores se mueven a sus anchas.

Sergio Fajardo, preocupado por hacer de Antioquia el departamento “más educado” –meta que tristemente no alcanzó- olvidó que ni un solo indicador de progreso social mejorara en medio de un entorno inseguro.

Conscientes de esta realidad, en el Centro Democrático hemos construido, alrededor de Andrés Guerra, una propuesta de gobierno para Antioquia en la que hacemos énfasis en la recuperación del campo. Nuestro departamento, otrora campesino, agricultor y minero, hoy es mayoritariamente urbano.

Andrés Guerra entiende lo fundamental que resulta un nuevo impulso al sector agrícola del departamento, combinando dos elementos esenciales: la seguridad y las oportunidades. Propone restablecer las UMATAS en los municipios para que los campesinos tengan acceso a centros de atención y capacitación.

La educación es muy importante, pero insisto: aquello sin seguridad es como arar en el mar. La actual gobernación ha invertido más del 50 por ciento del presupuesto en educación y solamente el 1 por ciento en seguridad. Esto comporta un desequilibrio altamente nocivo.

Cuando Andrés Guerra sea el gobernador de Antioquia, se invertirán más recursos para que la Fuerza Pública pueda combatir efectivamente al crimen, desde el microtráfico de estupefacientes hasta las estructuras delincuenciales de mayor nivel.

Andrés es un uribista a carta cabal. Ha trabajado con el presidente desde siempre. Ha defendido sus ideas porque cree firmemente en ellas. Es un hombre sin glosas ni máculas en su hoja de vida. Trabajador incansable y un convencido de que es posible sacar adelante cualquier proyecto siempre y cuando existan las ganas y la disposición para hacerlo. Él no es un hombre de componendas ni de contubernios. Hace política de frente, sin miedo, convencido de sus propuestas, pero siempre abierto a oír a la comunidad. No será un gobernador encerrado en las cuatro paredes de La Alpujarra. Gobernará en los 125 municipios de nuestro departamento, escuchando a sus pobladores, trabajando mancomunadamente con ellos, construyendo departamento desde la base.

Por eso, en las elecciones del próximo domingo, tenemos la posibilidad de depositar nuestra confianza en un hombre que 20 años después de Álvaro Uribe, tiene el mismo talante suyo y la misma capacidad para sacar a nuestro departamento del atolladero en el que se encuentra. Tengo la certeza de que con Andrés Guerra, Antioquia tendrá un gobernante honesto, transparente y con talante de estadista. Eso es lo que todos nosotros necesitamos, eso es lo que nos merecemos.

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