Aniquilando el Ejército

El presidente Juan Manuel Santos habló de aceptar el cese bilateral del fuego, con verificación internacional y concentración de la guerrilla.

Pero no había terminado de hablar cuando alias ‘Carlos Antonio Lozada’, miembro del secretariado de las Farc, se manifestó en desacuerdo con que “se pretenda condicionar un eventual cese del fuego bilateral a una supuesta concentración de las guerrillas, ni que se solicite a la ONU que monitoree y verifique el posible cese del fuego”. Resulta evidente: las Farc no negocian, imparten órdenes.

Curiosamente, en el Comunicado #74 de Minhacienda del pasado 29 de julio, se afirmó que de los $30 billones presupuestados para Mindefensa durante 2016, solamente invertirán un exiguo, insuficiente 3% en modernizaciones y renovación de los aviones, tanques… el 97% restante será para funcionamiento. ¿En cumplimiento de otra orden impartida por las Farc?

Numerosos gobiernos de Occidente les están solicitando a sus Congresos incrementar sus presupuestos para la defensa, más concretamente para la guerra contra el terrorismo de los yihadistas, como consecuencia de sus amenazas de repetirles en sus países atentados como los perpetrados en París. En Colombia, en cambio, estamos aniquilando el Ejército.

Más pruebas al canto. El comandante del Ejército, general Alberto Mejía, informó hace algunos días que se propone actualizar la doctrina militar vigente con el fin de prepararse para el posconflicto y conocer las normas sobre conflictos armados externos con la colaboración de la OTAN. ¿Pretenden enviar a nuestros soldados a combatir a otras latitudes y limitarlos a vigilar nuestras fronteras? La supresión de la exigencia de la libreta militar para conseguir un empleo encaja con la meta de disminuir el número de soldados.

Incomprensible que el Congreso le haya prohibido al Ejército bombardear, sobre todo, a las bacrim. Contrasta esto con el requerimiento de las Farc al Gobierno para que extermine los ‘paramilitares’ como prerrequisito para firmar su paz y concentrarse en sus feudos, las Zonas Especiales de Paz, nuevo nombre de las nefastas Zonas de Reserva Campesina. Las Farc también le exigen al Gobierno que comience a excarcelar sus mandos medios antes de firmar la paz o el ‘fin del conflicto’.

Otra medida contradictoria. Como es sabido, la Sala de Casación de la Corte Suprema de Justicia acaba de ratificar la conexidad del delito de narcotráfico con el de rebelión, siempre y cuando esa actividad ilegal haya sido cometida para financiar las organizaciones insurgentes. Pero se contradice ella misma cuando aclara que tal conexidad no impide la extradición de los guerrilleros procesados por ese delito, porque la misma comunidad internacional les niega esa conexidad.

Un plebiscito será el medio para entregarle el país a las Farc; el proyecto dice así: “Se entenderá que la ciudadanía apruebe el plebiscito por la paz en caso de que la votación por el “Sí” obtenga una cantidad de votos mayor al 13% del censo electoral vigente —4,4 millones— y supere los votos depositado por el “No”. El senador Iván Duque sostiene que el umbral de este plebiscito es el mismo de 1957, cuando la población de Colombia sumaba 15 millones. Conclusión: preparémonos para votar “NO” en tal plebiscito.

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