Apolo Santos

Apolo, quien se había mostrado arrogante con Eros, recibe una flecha de amor que provoca que se enamore de la ninfa Dafne, quien recibió una flecha de plomo para que rechazara al dios que comienza a perseguirla. Asustada, la ninfa huye y pide ayuda a su padre, el río Peneo, quien decidió convertirla en laurel. Apolo, apenado por la transformación, llora y riega así el árbol en que se ha convertido su amada.

Durante el Imperio Romano, ya cercano a la decadencia, apareció Ovidio quien desempeñó algunas magistraturas públicas en sus grados inferiores: formó parte del colegio judicial centunviral, fue de los deceviri stliibus iudicandis que gozaban de algunas atribuciones jurídicas, perteneció a los tresviri.

Sin embargo, no aspiró a mayores designios de orden senatorial. Ovidio siempre esquivó toda ambición superior. Su verdadera vocación fue la poesía y dentro de la poesía la mitología romana que se entremezclaba con la griega. De ahí, nació Metamorfosis, un libro de Francisco Montes de Oca, quien hace un estudio preliminar a la extensa obra poética de Ovidio.

Los tiempos de Ovidio no fueron los mejores del Imperio Romano. Después de la guerra de Módena sucumbieron los cónsules más relevantes como Aulo Hircio y Vibio Pansa. Ese mismo año, apareció asesinado Cicerón por los sicarios de Antonio. El anterior, había caído Julio César a manos de los conjurados.

Llegó, en vez de la Pax romana, la Pax Augusta, una paz alegre y confiada, con ficciones civilizadoras, que iban a permitir las libertades individuales de los diversos pueblos sometidos al Imperio. Una paz civilizada y confiada considerada en unas aspiraciones idealistas buscando amodorrar las conciencias de los romanos con el fin de restaurar sus viejas costumbres veneradas llenas de lamentos y de pesares.

Los romanos eran poco dados a la fidelidad. Tal vez, solo la mujer del César no solamente tenía que parecer, sino serlo. Ovidio, en cambio, se casó tres veces lo que le generó un sinfín de problemas económicos.

El cuento de Ovidio y su metamorfosis nos sirve para entender por qué una persona como JMS Kerenski tiene un comportamiento similar al de la  ninfa quien asustada trata de huir pero ya es demasiado tarde. No en vano, así como Apolo le mandó una flecha a Eros de amor quien después se trata de liberar por la transformación que sufre y no puede, de la misma manera las Farc le mandaron una flecha de amor a JMS, él  se dejó encantar y ahora no puede liberarse. Ya, es demasiado tarde.

De tanto cambio, a JMS le pasó la de Gregor Samsa en la metamorfosis de Kafka, quien sueña durante el día ser un mosquito por la noche. De tanto soñar lo logra. De tanto soñar con las Farc, JMS se convirtió en un feroz mosquito que ya ni vela por él mismo.

Puntilla. Tengan cuidado, colombianos. León Valencia tiene sed.

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