Álvaro Uribe Vélez: «Que privaticé otras -Telecom-, que quise hacerlo con Isagén y ahora me opongo!»

Isagén es un activo estratégico, de necesario control estatal, vendida casi por la mitad del costo de reposición y en contra de la ley de subastas. El tema con otras entidades públicas es diferente.

Telecom estaba quebrada, no tenía con qué pagar la carga pensional, su mercado desaparecía por la competencia celular y se perdía el patrimonio nacional. Vendimos el 49%, sin fondos para el Gobierno, fue para salvar pensionados y con la intención de poner una talanquera a la pérdida del patrimonio público. Las comunicaciones son estratégicas pero no así la empresa como lo ha demostrado el servicio.

La mayoría de las electrificadoras estaban en muy mal estado y con dominio clientelista. La estatal Empresas Públicas de Medellín capitalizó a la Chec en Caldas y adquirió las de Santander, Norte y Quindío, además absorvió a la de Antioquia para unificar mercado y tarifas entre Medellín y el resto del departamento. Los recursos quedaron para acueductos regionales en Antioquia. El dinero de la segunda fase de la Chec se dejó para carreteras de ese departamento y para AeroPalestina, hoy en el olvido.

Con las gobernaciones de Santander y Norte hubo acuerdo, se beneficiaron ambas y la de Santander aumentó bastante su participación accionaria. El dinero del Quindío se dejó para el acueducto regional, también olvidado. La del Meta se mejoró sustancialmente pero no se vendió. Se pagó una deuda superior a medio billón a un generador para sanear a la electrificadora de Boyacá. No se vendió porque no se realizó el acuerdo para que el departamento y los municipios fueran socios. El actual Gobierno la vendió un 28 de diciembre, de manera sigilosa, sin participación del departamento ni de los municipios.

HidroPrado en el Tolima quedó de propiedad de los trabajadores. Y algo idéntico hicimos con hidroeléctricas pequeñas de Centrales del Cauca.

Ecogas iba muy mal, con un gran gerente santandereano se puso en condiciones que permitieron venderla bien. Es una comercializadora de gas, en lo cual hay muchas opciones, por eso es activo no estratégico. El Gobierno actual, ha estancado compensaciones como la doble calzada Bucaramanga-Cúcuta.

Vendimos los bancos intervenidos a un excelente precio que no se habría logrado de haber esperado la crisis mundial de 2008. Habían sido rescatados con dinero de los contribuyentes, que la venta recuperó con creces.

Medio millón de colombianos compraron alrededor del 10% de Ecopetrol. La empresa se capitalizó, el Gobierno no tocó el dinero. La empresa pasó de invertir 500 millones de dólares al año a más de 10 mil. Ahí está la refinería de Cartagena. Hoy miramos con tristeza el dramático panorama de Ecopetrol, que fue endeudada para pagar dividendos, especialmente al Gobierno Nacional, su mayor socio. Además afectada por la violencia silenciosa que el año pasado permitió que Colombia solamente explorará menos de 30 pozos, cuando deberíamos haber pasado los 150.

Encontramos a Isagén paralizada por la demanda de Empresas Públicas de Medellín, que solicitaba 700 mil millones de pesos por compensación de regulación de aguas ya que sus represas de la parte alta canalizan las aguas que Isagén utiliza en cotas inferiores. Por pedido nuestro se desistió de esa demanda en contraprestación a la refinanciación de la deuda del Metro de Medellín. El Gobierno de Estados Unidos, a través de su agencia Opic, suministró un crédito en condiciones excelentes. Contratamos la construcción de Amoyá e HidroSogamoso, viejas aspiraciones de Tolima y Santander, que dormían frustradas. La volvimos mixta con la participación de los fondos de pensiones. Angustiados por la crisis financiera de los años 2008 y 2009, un sector del Gobierno quiso venderla, finalmente el ministro Óscar Iván Zuluaga compartió mi tesis de no vender el control estatal; entre la Nación, 57%, y EPM, 13%, sumaba 70%.

Isagén es activo estratégico porque es un instrumento necesario para contribuir a resolver el déficit estructural que requiere instalar 2.600 megas de energía barata y limpia, esto es, grandes hidroeléctricas. El sector privado las compra por negocio pero no las construye, salvo las pequeñas, y menos con la experiencia del Quimbo. La renuencia no es por tasa de retorno sino por reubicaciones y compensaciones a la comunidad y por licencias.

Probablemente los canadienses no estén interesados en conservar a Isagén, ni en construir proyectos como Cañafisto, Cinderelas, etc, sino en venderla y consolidar la utilidad de haberla comprado por poco más de la mitad del costo. Dice el Gobierno que valió más de 14 veces el Ebitda, por favor este es bastante bajo por el inicio de amortización de Amoyá e HidroSogamoso, que reajustaron el precio en más del 40%, por favor si en el periodo de comparación la devaluación superó el 70% y la inflación acumulada fue del 10%, lo que habría necesitado un reajuste del 60%.

Qué pensar si la vendieron a un poco más 1000 dólares el kilovatio que en proyectos nuevos está costando más de 2000. Que no importa la reposición sino la cuenta financiera de la banca de inversión, por favor si el país necesita instalar esos 2,6 millones de kilovatios que nos costarán a más de 2 mil dólares y los 3,2 millones de kilovatios de Isagén se vendieron a poco más de 1000 dólares.

Y violaron la ley, no hubo subasta, no hubo puja, el Gobierno estuvo informado que solamente participaría un proponente, hizo caso omiso y la vendió en una venta directa no obstante que la denominen subasta y al precio básico. Y ahora los minoritarios, como EPM y los fondos de pensiones quedaron con enorme riesgo de detrimento patrimonial.

Álvaro Uribe Vélez

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