Le debemos a Huxley el regalo de dos de las buenas novelas que se escribieron en el Siglo XX, tan famosas por su título como por su contenido. Porque la expectativa de un Mundo Feliz basta para llenar el corazón humano. Por lo menos, para llenarlo de cierta dosis de deliciosa curiosidad que obliga a ser lector de una obra donde se anuncia aquello de lo que tanto se duda. ¿Un Mundo Feliz, será posible? Pues sí. Sin que nos demos cuenta cabal de que vivimos en él. Pero descubierto que ello sea, no cabe sino saludarlo con sincero alborozo.
Un año después de posesionado el presidente Juan Manuel Santos, el 85% de los colombianos se declaran felices con su obra de gobierno. Con un espacio que se le otorgue a los que no saben o simplemente no responden, descubrimos que para casi todos los problemas de Colombia quedaron resueltos, lo que puede parecer algo exagerado, hasta para los muchachos del Centro Nacional de Consultoría, o que están por buen camino de solución, lo que no deja de ser fantástico.
Viene en trance de resolverse el problema de la seguridad. Si hay secuestros, extorsiones, asesinatos, ataques en poblado o en despoblado, basta tener un poco de paciencia. Un poco más de Santos y viviremos como en Suiza…
Es posible que alguien diga que los servicios de salud no son óptimos. Pero lo serán. La obra de gobierno hará que muy pronto los hospitales funcionen a pedir de boca y que de los centros de salud no pueda hablarse sin entusiastas elogios. La cosa llega…
Como llegará también la educación plena, en lo que muy cerca nos dejó el presidente Uribe, pero sobre todo de calidad, que es lo que no faltará en un dos por tres. La educación universitaria mejora cada día y la técnica llegará a deslumbrarnos. Si nos parece que se hace lo mejor, el resultado tiene que venir en esta delicada materia…
No habrá encuestado que no piense para sus adentros en la calidad del trabajo que haya para cada uno. El pleno empleo se da por descontado. ¿Llegará el día en que nos preguntemos qué cosa era el "rebusque"?…
No tenemos duda de que el total de los encuestados contestó la pregunta sin olvidar la cuestión de las carreteras, los puentes, los caminos, los puertos y aeropuertos, es decir, sin hacerle repaso a nuestra infraestructura. Pero Santos lo está haciendo muy bien. En dos o tres años solo será cosa de inaugurar, inaugurar e inaugurar. Pero transcurrido ya un año de gobierno, los avances son ostensibles, espectaculares…
Una encuesta tan comprensiva no podría hacerse sin incluir una parte tan esencial de Colombia como es el campo. Bendito sea Dios. Los campesinos también están felices. Los que no tienen tierra, están seguros de que ya les toca el turno. Los que viven agobiados de deudas, ya se ven saliendo del atolladero. Los que se quejan por faltas de tecnología, asistencia, vías de comunicación, saben que es por muy corto tiempo. En cada uno de esos frentes se trabaja con tanto esmero, que la noche quedará atrás. Muy pronto, por supuesto…
Los muy pobres se ven con casa. Los que sienten el corazón arrugado por el desamparo de la niñez, se consuelan sabiendo que es cosa de un poco de paciencia. Los que se quejan de una justicia lejana o tardía, levantan el corazón cuando comprueban las bellas maneras con que se tratan los jueces y el Gobierno. Sería de piedra el corazón que no batiera más aprisa ante semejantes perspectivas.
Lo que está ocurriendo con el presidente Santos no tiene antecedentes en la dolorosa historia de Colombia. Un país tan unánime en el optimismo, en la alegría y en la fe no lo habíamos visto, ni nos contaron nuestros mayores que alguna vez se diera. Tenemos que entonar cánticos de alabanza y hacer votos porque todas estas excelentes cosas se acrecienten y perfeccionen. Tanto, que en la próxima nos digan los encuestadores que los escépticos sobre la grandeza, belleza y bondades del Gobierno de Santos, se pierden estadísticamente en lo que se llama el "margen de error". Bienvenido, Mundo Feliz.
Fernando Londoño Hoyos
La Patria, agosto 09 de 2011
