Bloqueo

Permítanme volver con un tema que ya hemos comentado antes, pero que ahora, luego de la segunda vuelta del pasado 15 de junio, adquiere un matiz diferente y, si se quiere, un poco más preocupante.

Y permítanme empezar por el final, por la conclusión. Creo que, en el futuro inmediato, en los próximos tres o cuatro años, asistiremos a la generalización de lo que comúnmente se denomina “vías de hecho” para la realización de todo tipo de reclamaciones. Creo que se generalizarán y multiplicarán, en particular, los bloqueos de vías urbanas y rurales, vías férreas (las poquísimas que existen), accesos a instalaciones industriales, y en general, aquellas protestas que se realizan mediante la obstrucción abrupta y arbitraria de los espacios de uso público y privado.

De hecho, este modo de protesta está generalizado en ciertas regiones de nuestro país. “¿Por qué no los vemos en las noticias?”, podría preguntarse el lector. La respuesta, en mi concepto, es que tales hechos no capturan la atención noticiosa a menos que se trate de bloqueos de vías muy importantes; y además, el mismo hecho de su crecimiento numérico hace que se vuelvan un hecho más cotidiano y que los medios y la audiencia pierdan interés. Hace 10 años un bloqueo al sistema Transmilenio de Bogotá habría sido el hecho que abriría los noticieros. Hoy son tan frecuentes que se han convertido en notas secundarias.

Por razón de mi trabajo, he podido presenciar la forma como este mecanismo viene siendo empleado a lo largo del país. En algunos casos las pretensiones pueden ser justas, y en muchos otros se trata de reclamaciones privadas o de asuntos aparentemente públicos detrás de los cuales hay intereses privados. Sea como sea, incluso si la causa que los motiva es justa, el mecanismo es indebido por dos razones:

La primera, porque es una violación de los derechos de los demás. Por esa sola razón, este tipo de acciones deberían ser un recurso último y excepcional en casos graves, pero no el modo de reclamación más usual y predilecto. La segunda, porque la manera de solucionar los problemas públicos no es mediante la solución dispersa y aislada de problemas locales, sino mediante políticas públicas bien estructuradas y de amplio alcance, cuyas soluciones lleguen a todos. ¿Por qué soy pesimista? Este gobierno ha mostrado muy poco liderazgo en esta materia, y una cierta incapacidad para defender los proyectos de interés nacional. Cosa que no es agenda de derecha (miren a Rafael Correa). Y si ya venía con esta timidez, después del muy plural y variado número de compromisos (algunos incompatibles) que tuvo que hacer para ganar la segunda vuelta, no veo al Presidente en capacidad de salir con energía a defender el interés general.

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