Bogocentrismo Amorfo: El gobierno de Santos II

La falta de liderazgo político de Santos ha hecho estallar una anticipada campaña presidencial entre los heliotropos del centralismo rancio, que se sienten llamados por derecho de cuna a ocupar el solio de Bolívar.

Las dentelladas vienen y van entre el vicepresidente Vargas LLeras, nieto de ex presidente; el director de Planeación Simón Gaviria, hijo de expresidente; y el Ministro de Hacienda, hijo de quien ejerciera poder cuasi presidencial -en las épocas en que el café sostenía la economía colombiana-, Mauricio Cárdenas Santamaría.

Los cargos mas importantes del ejecutivo no son ocupados por fuerzas ideológicas cohesionadas o por equipos políticos con coincidencias en sus visiones de lo público; fueron repartidos por Santos a una masa amorfa de representantes de familias tradicionales, que hacen parte de la élite social a la que él mismo pertenece.

Aunque el aporte electoral de ese grupo social deja mucho que desear porque la presidencia se ganó con las maquinarias regionales de los caciques; son los que se benefician de la burocracia del verdadero poder. Una vez puestos los votos, los políticos periféricos son vistos con desdeño por el bogocentrismo y son considerados indignos e incapaces de gobernar al País.

Así las cosas, repartido el botín burocrático entre los representantes de las mas diversas tendencias del establecimiento, bajo la dirección de un presidente que padece de abulia para gobernar, a quien le faltan ganas para tirar linea, que es incapaz de aglutinar alrededor suyo o de su ideario político la pasión que requiere cualquier líder; genera el efecto de quienes se sienten sin jefe y empiezan a actuar en consonancia; en vez de gobernar, usan su parcela de poder para preparar su propio ascenso, tan pronto Santos cumpla el sueño de ser ex presidente.

Germán Vargas cobró caro no haber aspirado a la presidencia en este periodo y se quedó con el pedazo mas grande de la torta: le adjudicaron dos “viceministerios” -en eso se convirtieron las carteras de Vivienda y de Transporte-, además de haber puesto un pie y tal vez los dos, en el corazón del Palacio de Nariño, con el súper ministro, Néstor Humberto Martínez.

Pero, eso no ha sido suficiente, los funcionarios de Cambio Radical que se encuentran estratégicamente posicionados en Superintendencias, organismos de control e incluso en entes que solo sirven para hacer ruido, como la llamada Oficina de Transparencia de la Presidencia, no desaprovechan oportunidades para apretar tuercas a funcionarios e incluso a privados que pretendan salirse del redil de su máximo líder.

Asistimos esta semana al triste espectáculo en que un funcionario del gobierno, respaldado por Cambio Radical, el partido del Vicepresidente: el director de la Dirección Nacional de Protección, sale públicamente a poner contra las cuerdas al Ministro de Hacienda, contrincante in pectore de su jefe Vargas Lleras. Lo hemos visto en las pantallas de televisión apoyando las protestas y el cese de actividades de los funcionarios que prestan el servicio de escoltas a los miles de amenazados en nuestro País, culpando en twitter y en los medios de comunicación de todo ese desbarajuste a Cárdenas Santamaría porque supuestamente no ha querido girarle los recursos para proteger a los que están en riesgo, cuyas vidas dependen del gobierno.

A su vez, el Ministro le responde en tono socarrón al representante de Vargas Lleras, que no solo se le han girado los recursos, sino que la entidad en la que reina Cambio Radical, están gastando más de lo presupuestado. En pocas palabras, termina dándole la razón a la oposición que acusa al gobierno de derrochón.

De otra parte, Simón Gaviria; el delfín que, empecinado en crecer electoralmente en las regiones, esas de las que solo quiere votos, hizo pataleta hasta que le dieron Planeación Nacional -entidad que hasta en los más manzanillos de los gobiernos había sido manejada con criterio puramente técnico-, la que exigió, luego del rotundo fracaso en su intento de poner en la Contraloría al candidato de bolsillo que tuvo jugando para esa posición.

No contento con la entidad que se encarga de repartir la mermelada, a través de la cual arrodilla a los políticos regionales, cuya supervivencia en sus feudos políticos depende de que se abra la llave en el centro del poder, se ha dedicado a tratar de copar cargos grandes y pequeños, que tengan o no tengan que ver con su radio de acción.

La mas reciente de las peleas burocráticas que está protagonizando, lo enfrenta con nueve senadores del partido de la U.  Esos nueve senadores, barones electorales en sus respectivas regiones, fueron seleccionados por la “benevolencia” palaciega para que postularan candidato, con el fin de entregarles representación política de tercera linea en el gobierno nacional en el Fonade.

Pese a que la posición es de la U, Simón ha dilatado la decisión y se ha opuesto a nombrar los candidatos presentados por ese partido y bendecidos por Palacio, que no son fichas suyas. El delfín alega que los aspirantes que le han presentado no son “técnicos” -como seguramente es él- . Por el contrario, ha tratado de vender otros “mejores perfiles” para el cargo; esos si cumplen con el principal de los requisitos, ser Simoncistas: Juan Miguel Durán, ex superintendente de puertos quien representaba al gavirismo en esa posición, candidato “quemado” al concejo de Bogotá de Simón y al director del antiguo Dansocial, Luis Eduardo Otero, quien estuvo siempre a su lado en las campañas al Congreso.

Por ahora, Simón se ha salido con la suya y no ha dejado nombrar, como es deseo del gobierno, una cuota del partido de la U; por su puesto, esa pataleta de Gaviria tiene al partido del Presidente, cuya repartición en la torta ha sido – hasta ahora- escasa, ad portas de iniciar una rebelión frente a la tal Unidad Nacional. Hay voces diciendo que en el Uribismo los tratan mejor y les dan la importancia debida.

Así va este gobierno bogocéntrico y amorfo, a pocos meses de haber iniciado su segunda etapa, mirando cada vez más a su propio ombligo, desconociendo las realidades políticas y regionales. Una paradoja terrible porque, por ese camino, Santos se convierte en el jefe de debate de Uribe para las próximas elecciones regionales, que son unas primarias presidenciales, en donde los votos, pueden regresar por la torpeza del presidente, a donde pareciera que siempre pertenecieron, al uribismo.

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