Cambio de posición

Huele a Constituyente

Los mayores, con el fin de dar lecciones sobre la paciencia a los jóvenes impetuosos, acostumbran decir que “de las carreras no queda sino el cansancio”. Así transmiten enseñanzas, nacidas de la experiencia, para ayudar a que las ganas de hacer cosas estén acompañadas siempre de una dosis de calma y reflexión tranquila.

La verdad es que el paso de los años le va probando a cada quien la sabiduría de ese pensamiento.

Esta lección no tiene valor solamente en el marco de la relación entre miembros de generaciones distintas. Se aplica también a los procesos sociales.

Cuando se trata de construir instituciones, o nuevas condiciones que permitan la superación de la violencia después de años de tragedia y dolor, es aconsejable tenerla presente como una contribución al propósito de conseguir más actuando con prudencia.

Y en la Colombia de hoy resulta indispensable recordar esa máxima popular.

Las declaraciones del presidente Santos al Wall Street Journal, en el sentido de que no ha descartado un cese el fuego bilateral antes de la concreción definitiva de los acuerdos, indican que está obrando con el afán de concluir la obra antes de que expire su mandato. Actuar con sentido de urgencia está bien.

Los problemas surgen cuando eso de terminar rápido lleva a que las conversaciones, en este caso con las Farc, se conviertan en una sucesión de concesiones hechas con la creencia de que actuar así es lo que único que permite concluir la tarea.

Eso es lo que ha estado sucediendo.

Prácticamente desde un principio, las Farc plantearon la necesidad de redefinir el delito político con el argumento, inaceptable para millones, de que aquí como todos tienen la culpa de todo el Estado no puede juzgar a sus miembros porque no es posible que sea juez y parte.

Pasaron los días y, finalmente, después de haberse expresado en contra, el Gobierno manifestó su intención de avanzar en esa dirección y ampliar, además, el marco de los delitos conexos.

Igual cosa está sucediendo con el cese el fuego bilateral.

Las Farc, desde los inicios de las conversaciones, fijaron su posición a favor del mismo.

El Gobierno en principio lo objetó. Fue claro en su rechazo, y, ahora, ya abre la puerta a esa opción, no como resultado del proceso sino antes de que éste concluya.

Si todo sigue como va, a nadie podría extrañarle que, al final, se convoque una asamblea nacional constituyente.

Claro, el presidente Santos ha dicho que no y la idea, por el momento, es convocar un referendo para buscar la legitimación popular de lo acordado.

Pero lo mismo ha sucedido con otros temas.

De la negativa inicial tajante se pasa a la posibilidad, de ahí a un globo de ensayo con propuestas concretas y, después, a la aceptación de lo que inicialmente se había rechazado con el acompañamiento de un esfuerzo conceptual para explicar el por qué del cambio de posición.

Si todo sigue como va y las actuaciones del Gobierno conservan la misma tendencia que han mostrado hasta ahora, la insistencia de las Farc podría hacer cambiar al Presidente de opinión.

La posición de esa organización terrorista no ha sufrido modificaciones. Insisten en la Asamblea, entre otras cosas, porque afirman que en Cuba apenas se están discutiendo unos mínimos, los cuales servirán como trampolín para pasar a otro escenario en donde se tomen decisiones sobre temas de mayor calado.

Que nadie se llame a engaños… esto huele a Constituyente.

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