Carta a Julio Sánchez Cristo

Haga como si fuese una petición a Soluciones W.

Usted es el periodista al que paran más bolas en el Gobierno y en los organismos estatales. Se puede permitir el lujo de hacer lo que le venga en gana, puesto que el millón de oyentes es suyo, no de la emisora; de ahí su enorme poder. Y encima es íntimo del Presidente, un político obsesionado por el qué dirán los medios. Pero no pretendo hablar de usted.

Verá, hay tres personas secuestradas y una desaparecida, pero solo las buscan sus familias. El Gobierno y las ‘ías’ las ignoran, y de pronto usted puede hacer que se tomen el mismo interés con ellos que conmigo. Haga como si fuese una petición a Soluciones W. A veces despiertan mayor interés una mascota extraviada o un computador dejado en un taxi que unas personas.

Algunas cosas que usted lograría que se hiciesen, solo con comentarlo, son muy sencillas: imagine que la Fiscalía aún no ha solicitado a Claro el reporte de las llamadas que Henry Pérez hizo y recibió en su celular el día que se lo llevó la guerrilla. El Ejército se presentó una única vez en la finca donde desapareció, cerca de La Gabarra, en el Catatumbo, para ver si lo hallaba, y hasta ahí llegó la investigación.

Henry, soltero, es un líder comunitario muy apreciado, pero allá reinan el Eln, las Farc y la ley del silencio; la recompensa de 20 millones (Henry vale poco, por mi libertad ofrecían 100 millones) no anima a romperla.

El pasado primero de mayo, el Eln emitió un comunicado en el que aseguraba que no tenían “a Henry Pérez ni a Melissa Trillos”. Cinco días más tarde Melissa escapaba de las garras del Eln por la presión del Ejército y con la ayuda de uno de sus secuestradores guerrilleros. Mejor dicho, como para creerles.

Leidy, hermana de Henry, que se dedica en cuerpo y alma a buscarlo, distribuyó ella misma mil pasquines por varios pueblos con la oferta de la recompensa. Igualito que en mi caso.

Le aseguro que bastaría con que usted advierta al ministro Cristo que preguntará por Henry a cada tanto para que se pongan las pilas.

De paso, inquiera por el médico Édgar Torres, secuestrado por el Eln en el 2014. El otro día me dijeron en Chocó que las autoridades no averiguan por su paradero desde hace más de dos años. Conocí unos datos nuevos que, si se decidiera usted a ayudar a su familia, se los pasaría encantada. En mis manos son inservibles, llevo tiempo denunciando ese secuestro y ni media bola me paran.

La misma indiferencia sienten los hijos del guajiro Octavio Figueroa, raptado en área de control absoluto del Eln. Podría usted, Julio, hablar con el director de la Policía a ver si se atreve a admitir lo nada que están haciendo. Ni siquiera investigan algo tan nimio como si son secuestradores los que llaman exigiendo plata o solo estafadores.

Y en las selvas del Chocó sigue pudriéndose Odín Sánchez, ya pasaron tres meses desde que se canjeó por su hermano. El Eln pide tal salvajada de plata que su familia no podrá juntarla. Recuerde, Julio, que para rastrear mi rastro el Presidente envió 800 militares y policías, varios helicópteros y el avión fantasma.

Si usted entrevistara a la cúpula militar y policial, tendrían que confesar que para rescatar a Sánchez no ordenaron salir ni a cincuenta. Le apuesto que así solo fuese por pena con usted, movilizarían aeronaves y tropa para presionar a sus captores y al menos rebajarían la cifra.

Es triste, Julio, que importe cinco el secuestro de personas que no pertenecen, como usted y yo, al vergonzoso club de los elegidos.

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