Carta abierta a Rafael Nieto

Este documento se titula así por los siguientes antecedentes. En días recientes escribí a Nieto lo siguiente:

Apreciado Rafael: tu artículo "monotemático" de hoy en El Colombiano, contiene de fondo, el blanco de nuestra lucha: la alianza Santos-Farc y sus acuerdos. Y para lograrlo el principal instrumento es el CD, partido que debe buscar aliados para asegurar la victoria electoral. Insistir en esa coalición es vital. Esto es el almendrón de tu posición que comparto. Encuentro varios puntos explícitos o implícitos de debate o aclaración.

1.- ¿Qué tipo de rivalidad te impide decir o escribir el nombre del candidato oficial del CD, Iván Duque? – 2. La unidad interna del CD es más importante que los aliados presuntos o reales, porque es la pieza angular. Por tanto debemos estar seguros de los temas programáticos que nos unen y no los ideológicos o de creencias religiosas, menos tocar diana a los católicos colombianos inventándose una guerra religiosa que no existe, como lo sostienen otros columnistas. Poner el tema religioso es extremamente peligroso en política porque toca hondas fibras emocionales e históricas. 3. Temas como el aborto y los matrimonios intrasexos ya están definidos por la ley y no son, no pueden ser motivos de división, porque perdemos los objetivos centrales bien señalados por usted. Desviarnos de lo político a lo religioso es caminar por un camino sembrado de minas quiebrapatas. Cordial y afectuoso saludo.

Galanamente me contestó, con los apartes que transcribo y con el esperado tino de acertar, ya que su carta es extensa. Entre ambas cartas sucedió lo que él califica de deslealtad y el suscrito como una correspondencia confidencial, pero no secreta, pues hice conocer su texto algunos dirigentes del CD local, por la trascendencia política del tema que es el epicentro del momento, tanto para el país como para el Centro Democrático. Dice Nieto en sus principales apartes:

“estoy convencido de que el CD sin la alianza está condenado a perder. Dicho de otra manera, lo fundamental es ganar, para ganar requerimos la alianza y la columna vertebral de ella debe ser el CD. En ese orden.

Pero en estas extraordinarias, de ahora o nunca, la prioridad no está en el partido sino en el triunfo. Y no podemos poner en peligro el triunfo por una aparente defensa del partido que, además, es contradictoria: si no ganamos el partido saldrá muy debilitado y seriamente comprometido.

Lo peligroso es que en ese esfuerzo estén dispuestos a dinamitar la alianza. Hay quienes prefieren la certeza de perder en primera vuelta al riesgo de que Duque no sea el candidato de la alianza.
Duque no es amigo de la alianza, como lo dijo en tres ocasiones distintas durante la campaña de las precandidaturas.” Hasta aquí Nieto

He aquí a respuesta que se negó Nieto a recibir:

Medellín, enero 8 de 2018.

Rafael:

El partido CD es la razón política y orgánica de nuestra existencia pública. Porque el partido está hecho de hombres y mujeres de carne y hueso. El partido no es una entelequia, está hecho con la esperanza de ganar, pero también puede perder, lo cual no debe conducir a su disolución, si queremos no ser como el anapismo y el gaitanismo. Vos ponés el acento en que primero es la coalición: “la prioridad no están en el partido, sino en el triunfo”. El triunfo es objetivo factible si el partido es la fuerza principal de la coalición porque los posibles aliados no son propiamente partidos sino corrientes de simpatía, movimientos de opinión favorables a Ordoñez, a Pastrana, a Marta Lucía. De tal manera que si debilitamos al partido no ganamos y, por el contrario, damos paso al santismo fariano.

El CD es nuestra casa y a ella invitamos los amigos, posibles o lejanos, porque la alianza nos permite mayores esperanzas o expectativas de victoria. Y comparto tu apreciación que deben silenciarse los ataques verbales a Londoño, Ordoñez y con mayor razón a Nieto. A Londoño hay que morigerar su prédica fanática, su maestría superlativa que gana en entonación, pero pierde en la oración.

Las alianzas no nos pueden conducir a renunciar a nuestra personalidad uribista e identidad democrática, liberal en el sentido clásico y libertario, más bolivariano que santanderista. Sin el partido no somos nada. A lo mejor una cofradía para unos, logia para otros. Pero cuando uno piensa más en los aliados externos que en la unidad con sus copartidarios, es signo de estar empollando una fractura que aparecerá cuando los aliados se vuelvan absolutamente necesarios para alimentar el Caballo de Troya. Se revela en quienes ven su salvación con apoyo de los espejos afuerinos. Es posible que no sea tu caso. No conozco, sinceramente, que Duque haya preconizado su rechazo a las alianzas y no se quiénes sean los explosivistas a priori que tienen esa irracional intención. Una coalición puede pactarse programáticamente, pero no ideológicamente, tal como lo señaló en reciente columna Plinio Apuleyo.

El CD tampoco es una comunidad política homogénea. Es una agrupación nacional, no teocrática, pluralista y seguidora del pensamiento, palabra y obra de Álvaro Uribe. No es Moisés ni el Divino Niño, pero es nuestro Jefe. El CD tiene corrientes interiores que van cauce abierto y otras que corren por cavernas. La convivencia civilizada nos debe permitir que en un mismo río lleguemos a la mar.

“En estas extraordinarias, de ahora o nunca”, según tu texto, el CD se parece a una colmena donde se aplica tu aforismo: “más trae la miel que la hiel”. Porque el CD es una organización con un líder nacional y una presencia popular ídem. Ninguno de los posibles aliados tiene presencia nacional ni tienen panal. Pero eso no indica que sus contradictores no sean los mismos nuestros y eso precisamente lo que nos permite acercamientos y acuerdos. Pero siempre dentro del partido, nunca contra el partido.

Finalmente las alianzas son tácticas, los partidos son estratégicos, van más allá de las coaliciones, salvo que los ilegalicen o destruyan los regímenes totalitarios. Esa sería nuestra suerte si caemos en el castro-chavismo cuyo jefe puede ser Timochenko, Petro o Fajardo, para no sacar otras cartas.

Yo me siento bien acompañado de todos los que estuvieron de precandidatos. Son personalidades, cada uno, más valiosas que cualquiera de los demás candidatos en la pista. No me llegan los chismes paramunos y virreinales de la capital y por ello ejerzo la discusión provincial, sin ánimo magisterial.

Tu labor y tu disposición al debate es prenda de inteligencia, aunque tengamos discrepancias.

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