Catatumbo autonómico

Un simple ejercicio de geopolítica proyectiva -territorio, historia, recursos y voluntad humana- parece indicar que los elementos de una balcanización del país se están dando: geografía diferenciada, un Estado débil, desigualdad social, impunidad rampante, crisis económica en desarrollo y una nomenklatura estaliniana armada que no ceja en su empeño por la toma del poder.

Si en la frontera con el Ecuador las farc administran una retaguardia logística consolidada, en el Catatumbo están desarrollando su primer territorio autonómico.

Allí, confluyen abandono estatal, petróleo, narcotráfico, descuido estratégico del gobierno de turno disfrazado de prudencia y un país vecino que acoge y narcotrafica con los terroristas. Este límite colombo–venezolano, considerado el séptimo infierno fronterizo del mundo, es un reto territorial dificultoso desde 1883.

Las farc ya tienen ahí una fortaleza política bien estructurada, una narcoeconomía vigorosa y las Zonas de Reserva Campesina le darán la autonomía administrativa que complementarán con la expulsión de la fuerza pública, siguiendo el ejemplo del laboratorio del Cauca y sus líderes agrarios cooptados por los cabecillas de La Habana.

Si este gobierno continúa con sus vacilaciones, veremos en el Catatumbo un microestado marxista-leninista, comunista, a pocas horas de Bogotá por carretera.

En el momento en que el Estado decida algún día, en otro gobierno, hacer legítima soberanía en esa región, va a enfrentar no solamente una masa campesina organizada y dirigida por los terroristas, dedicada al cultivo de coca y producción de cocaína, sino una red de cohetes antiaéreos rusos Strela 2M que harán dolorosa la retoma de esa republiqueta embozada.

Si el PSUB subsiste en el poder después de diciembre, pues Venezuela intervendría con la excusa de proteger su frontera y de paso el “drogaducto” actual.

Si una brisa de democracia se asoma en el país hermano, los extremistas chavistas encontrarán en las montañas de Zulia un buen refugio y en los llanos del Apure narcorrecursos suficientes para defender la revolución chavista con el apoyo de las farc, quienes junto con Cuba, han entrenado sus “colectivos”, precisamente en esa zona fronteriza.

Asegurados territorios en las fronteras con Venezuela y Ecuador, un pie en el corazón del país, en su cuna histórica, ¿Huila-Tolima? será un asunto de corto tiempo. Una vez allí, las farc se pueden concentrar en diseñar un avance territorial hacia el poder capitalino.

Claro que el desbarajuste socio político y económico y la tragedia en ciernes de Venezuela, la creciente perturbación social en Ecuador, el rechazo de la mayoría de colombianos a los cínicos bárbaros y el turbión del narcotráfico, podrían darle un vuelco o viraje a todo este derrotero.

Las ambiciones territoriales de las farc son explícitas, serias y bien planeadas. No tienen garantía de éxito, sin embargo.

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