Caza de brujas en salsa teutona

¿Qué relación puede haber entre el Centro Europeo para la Constitución y los Derechos Humanos (CECDH) y las FARC? Ninguna. El primero es un grupo de abogados activistas que militan en Berlín, Alemania, por la defensa de los derechos humanos y el segundo es la más peligrosa organización criminal del continente americano. ¿Qué  intereses comunes puede haber entre el CECDH y los jefes de las FARC residenciados en La Habana? Ninguno. La oficina alemana, fundada en 2007, pretende desarrollar una curiosidad jurídica: el “litigio estratégico”. Los jefes de las FARC en Cuba buscan, en cambio, tomarse el poder en Colombia.

 

Sin embargo, entre  esas dos organizaciones, aparentemente antagónicas (pues la una se mueve en el campo del derecho y la otra en el campo del narco-terrorismo y la violencia extrema, hay algo, aunque sea difícil creerlo. Habrá que averiguarlo y habrá que descubrir la verdad algún día. Por lo pronto, constatamos un hecho: el 5 de octubre de 2013, unas horas después de que una radio de Bogotá informara acerca de un comunicado en el que el grupo privado CECDH acusa al General Freddy Padilla de León, ex comandante de las Fuerzas Armadas de Colombia, y actual embajador de Colombia en Austria, de haber cometido una serie de “falsos positivos” o, más precisamente, de ser “sospechoso” de haber cometido una serie de “crímenes internacionales”, las FARC lanzaron desde Cuba un texto para respaldar  esas acusaciones y para elogiar  la acción del CECDH.

 

Para desgracia del CECDH, horas después, la Fiscalía General de Colombia desmintió lo dicho por los abogados teutones. El Vicefiscal Jorge Perdomo declaró que el General Padilla “no es investigado por ninguna presunta relación con los casos de los falsos positivos”. Según el alto funcionario colombiano, únicamente existen “denuncias por otros temas” contra el General Padilla. Como todo el mundo sabe, una “denuncia” no es lo mismo que un crimen, ni es el equivalente de un proceso.

 

El mismo CECDH reconoce que no hay nada contra el general Padilla. Esa oficina dice: “Los procedimientos instigados contra el General Freddy Padilla, en junio de 2010 por las autoridades judiciales colombianas fueron desestimados por las propias autoridades como meras formalidades, y no produjeron ningún resultado”. Esa decisión judicial desató visiblemente la rabia más tremenda de parte de los activistas alemanes pues a renglón seguido ellos lanzan este violento insulto contra las autoridades colombianas: “Esto realza el enfoque totalmente inadecuado de las autoridades colombianas del orden público en relación con las denuncias contra miembros del ejército o políticos, que están o estuvieron trabajando en las posiciones más altas del estado”.

 

La oficina alemana está convencida de que los colombianos se van a tragar el cuento de que una denuncia es lo mismo que un crimen.  El “litigio estratégico” que está tratando de montar el CECDH es muy simple (y muy jugoso económicamente): quiere acusar a un General colombiano retirado para poder acusar al presidente de la República de Colombia de la época, Álvaro  Uribe Vélez, y para poder arrojar eso como un proyectil a la cara de la Fiscal de la Corte Penal Internacional, quien se opone firmemente a que los jefes de las FARC, autores juzgados y condenados por sus numerosos crímenes de guerra y de lesa humanidad,  sean objeto de perdones, amnistías o indultos mediante un acuerdo con el gobierno de Juan Manuel Santos.

 

Para quebrar la posición irreprochable de la Fiscal de la CPI, el CECDH trata de montar un expediente falso contra el general Padilla y contra el presidente Uribe y contra otros responsables políticos colombianos, es decir contra lo que el llama “las autoridades colombianas del orden público”.

 

El CECDH revela que esa es su intención “estratégica” cuando dice: “Hasta la fecha no se han presentado cargos contra los generales del Ejército de Colombia en  relación con los ‘falsos positivos’ (…) Los casos de ‘falsos positivos’ son fundamentales para  los exámenes preliminares que se están llevando a cabo por la Oficina de la Fiscal de la CPI en relación con Colombia.”

 

Ese es, precisamente, el objetivo que las FARC se han fijado desde hace años: aterrorizar al alto mando militar colombiano, a las autoridades electas y a otros responsables políticos colombianos, con procesos judiciales trucados para desorganizar el sistema político del país y, en especial, los sistemas antiterroristas y de defensa de Colombia.

El hecho de que el curioso Centro Europeo para la Constitución y los Derechos Humanos actúe en perfecto sincronismo con  las FARC  abre una serie de interrogaciones.  ¿Cuál es la verdadera misión del CECDH?  ¿Su pretendida defensa de los derechos humanos es más bien una fachada para maquillar obscuras maniobras políticas en el Tercer Mundo?

Klaus Linsenmeier, director ejecutivo de la rama norteamericana de la muy respetable Fundación Heinrich Böll, quedará sin aliento al saber que sus amigos en Berlín del CECDH están metidos en esa aventura y están recibiendo aplausos de una banda narco-terrorista.

 

Las acusaciones del CEDH contra el General Padilla no solo son abusivas sino ilegales. Es como si una Ong colombiana redactara en Bogotá un documento de 17 páginas para sostener que Michael Ratner, presidente del CECDH y abogado de terroristas de Al Qaida encarcelados en Guantánamo, es un “sospechoso de ser penalmente responsable de los extensos crímenes internacionales cometidos contra la población civil” en Afganistán. Esa Ong no lo podría decir pues carece de pruebas sobre eso. Tampoco podría decir que contra Dieter Hummel, otro activista del CECDH,  “existen indicios concretos” de haber sido un informante de la Stasi en la triste época de la RDA. No lo dice pues no le consta.

 

Empero, eso es lo que, exactamente, y en esos mismos términos, hace el CECDH: acusar sin pruebas, destilar mentiras, organizar una caza de brujas mediante calumnias, violar la ley alemana sobre la difamación,  fabricar rumores falsos que atentan contra la honorabilidad de un militar en retiro y de un diplomático colombiano en ejercicio.

Por eso es escandalosa la actitud de la cancillería colombiana quien en lugar de defender el buen nombre y la honorabilidad de su embajador en Austria, Croacia, Serbia, Eslovaquia, Eslovenia, República Checa y Hungría, parece callar ante las gesticulaciones de los activistas alemanes y le pide discretamente al embajador renunciar al cargo y regresar a Bogotá. Parece que la cancillería ignora que hay una cosa que se llama presunción de inocencia y que a todos los ciudadanos colombianos, y a todos los funcionarios colombianos, se les debe respetar y hacer respetar ese derecho. La actitud sumisa ante las vociferaciones de unos agitadores europeos, teleguiados por siniestros individuos colombianos,  es indigna del mandato que los colombianos le han confiado.

 

El CECDH lo que hace es acusar al general Padilla de ser un militar y de haber dirigido operaciones legítimas  de guerra en defensa de Colombia contra un poder narco-terrorista.

 

El General Freddy Padilla de León fue Comandante de las Fuerzas Militares Colombianas desde agosto de 2006 hasta agosto de 2010 y desde octubre de 2010 fue embajador de Colombia en Austria. ¿Por qué el CECDH esperó hasta agosto de 2013 para lanzar su caza de brujas? La respuesta es obvia: porque para hacer un montaje judicial espurio hay que obrar a destiempo: esperar que la amnesia haya hecho su trabajo, esperar que los testigos de descargo ya no existan, y esperar  que los falsos testigos hayan sido cuadrados. Y todo eso cuesta tiempo y, sobre todo, dinero.  Todos los procesos con los que el narco-terrorismo trata de golpear a los militares colombianos tienen ese mismo perfil.

 

Si se examina el texto del CECDH se descubre que esa oficina no tiene prueba alguna de lo que afirma. En las 17 páginas de su comunicado no hay más que alegaciones capciosas  y frases temerarias. No hay una sombra de prueba.

 

Desde el 19 de agosto de 2013 el CECDH  se puso a la tarea de pedirles a los gobiernos de siete países que le revoquen  la visa diplomática al embajador Padilla y que lo declaren “persona non grata”. Ninguno de esos países lo hizo. ¿No es grotesco ver a un organismo que dice defender los derechos humanos intrigar solapadamente para destruir los derechos humanos de una persona? Pues es eso lo que hace el CECDH. El diplomático colombiano es un hombre inocente y no ha sido condenado por tribunal alguno. Aún sabiendo eso, y reconociéndolo, ese organismo desata esa terrible campaña de persecución.  Esa actitud no es digna de gente que respeta los derechos humanos. Es digna de una banda de fascistas y/o comunistas que tratan de abolir los derechos humanos y aplastar como sea a sus “enemigos de clase”.

 

Falta ver si las presiones de los arrogantes calumniadores teutones doblega la honorable posición del Vicefiscal colombiano Jorge Perdomo.

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