Charlatán total

"Con Zuluaga sentado en el video del infiltrado, muchos quedaron convencidos de que ahí pasaba algo gravísimo."

Un amigo me dijo: “Lo del hacker me parece todo gravísimo, pero no sé exactamente qué”.

Esa es la sensación de muchos sobre lo que el presidente Santos llama una “empresa criminal”, refiriéndose a las actividades de un charlatán que embaucó a la campaña de Óscar Iván Zuluaga con la promesa de usar las redes sociales para desprestigiar el proceso de paz, como si las Farc no lo hicieran gratis.

Sepúlveda confiesa que interceptó correos de las Farc y de negociadores del Gobierno. Todavía no dice a quiénes, pero con resultados pésimos: “La información que conseguimos de los correos no era lo suficientemente contundente para acabar con el proceso de paz”.

El hacker dizque interceptaba radares de aviones de la DEA y le hacía compritas a la fachada legal de inteligencia militar Andrómeda. Hasta ahora lo obtenido solo parece basura informática, y únicamente los incrimina a él y a quienes se la vendían.

Sepúlveda resultó ser un charlatán incluso en su reprobable misión de difamar. Anotar en su diario que a Roy Barreras le gusta “la mermelada” no es ningún insulto para este senador. Tampoco es noticia revelar cosas de la vida privada de otro senador que este ya había publicado por voluntad propia en un medio escrito. Raro que si a los afectados les llegó una copia “anónima” del diario, presuman automáticamente su autenticidad…

En el mismo se registra como gran descubrimiento que son “amigos” del proceso de paz Gaviria, Barreras, Peñalosa, Navarro, Galán, Ingrid y… ¡Piedad! Mientras que como opositores “descubre” al Procurador y, no me lo van a creer, al Grupo Salpicón, los troveros del programa La Luciérnaga que se burlan de absolutamente todo el mundo, al lado de cuya referencia el hacker anota: “Buscar integrantes”. ¿Sería que planeaba contratarlos para que trovaran contra la paz?

Sepúlveda llega al máximo de su delirio cuando le dice a Vicky Dávila: “Un mes más, y hubiera acabado con la paz”. Eso no lo ha logrado ni Uribe en tres años. Pero aquí es donde todo este escándalo inflado se le puede devolver al Gobierno. Porque si hay algo de este proceso de La Habana que justifique tanto nervio ante una eventual filtración es porque la negociación contiene elementos ocultos moralmente inviables. ¿Habrá verdades más graves que las que ya sabemos, como las impunidades de lesa humanidad que planean y no pedir perdón por sus crímenes?

Este novelón arranca cuando infiltran en la oficina del hacker a otro hacker, el español Rafael Revert, quien se encarga de grabar un video que luego les entregan convenientemente editado a los medios durante la última semana de campaña. Y aunque la conversación no tiene carácter criminal, que Zuluaga aparezca allí sentado deja a muchos convencidos de que ahí pasaba algo gravísimo.

Según declaraciones de su esposa, Lina Luna, su hermano y del propio hacker consignadas por escrito ante la Procuraduría, durante las primeras horas de su detención es presionado por alguien de la Fiscalía para que señale a Uribe, a Zuluaga y a otros, a cambio de protegerlo como testigo en Canadá.

De un día para otro su versión cambia: ahora la presión para que invente cosas viene de la Procuraduría. Eso sucede poco después de que el CTI lo saca de La Picota escoltado por perros antiexplosivos, enfundado en un chaleco antibalas y lo aísla aterrado por su vida en el búnker de la Fiscalía, donde su voluntad libre queda cautiva en el más derogatorio de los sentidos.

Ante medios de comunicación escogidos, el hacker comienza a autoincriminarse de cosas muy gaseosas, bajo un libreto que no alcanza todavía a perfilar que su “empresa criminal” contra el proceso de paz haya tenido la más mínima consecuencia.

Ojalá no se siga en esta peligrosa senda de montar libretos para criminalizar a la oposición.

Entre tanto… Hay que proteger de la histeria colectiva la vacuna contra el papiloma humano.

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