Cinismo en las cortes

Maten, secuestren, trafiquen coca, violen menores: si es por la revolución, les saldrá baratísimo.

Creo que me estoy volviendo viejo y que mi escala de valores pasó de moda. Sea como sea, ya no coincide con la de las altas cortes. En el caso de la Suprema, su sala penal lleva años dejándonos en claro que si se trata de personajes de izquierda, sus acciones delictivas son menos graves que las de quien milite en centro o derecha. Mientras esa corte pasó una década indagando la ‘parapolítica’ y en muchos casos –no en todos– tuvo razón y aplicó merecidos castigos, se negó a investigar la ‘Farcpolítica’, a pesar de la nutrida evidencia que compromete a líderes de izquierda con actividades de la guerrilla.

La Corte Constitucional y el Consejo de Estado se han sintonizado con ese sesgo. En el caso del Consejo, acaba de condenar a la nación como responsable de la espantosa acción terrorista en el club El Nogal de Bogotá, en febrero de 2003, en la que murieron 36 personas y resultaron heridas cerca de 200. Argumentan los autores del fallo que las autoridades no protegieron en forma debida el club, aunque –dicen– allí se celebraban reuniones de autoridades gubernamentales, entre ellas funcionarios del Ministerio de Defensa.

El fallo abre las puertas a multimillonarias demandas contra la nación, que pagaremos los contribuyentes. Mientras tanto, los comandantes de las Farc solo tendrán que aceptar que estuvieron detrás de ese holocausto, para seguir gozando de las prebendas que les otorgó el acuerdo de La Habana –y que incluyen no pagar cárcel efectiva por algunos de los peores crímenes de la historia de Colombia– y disfrutar de curules regaladas en el Congreso.

De la plata para resarcir a las víctimas –verdaderas fortunas amasadas por los jefes de la guerrilla– poco se sabe, y apenas ahora la JEP –la jurisdicción creada en la mesa de La Habana para procesar de modo indulgente a los exguerrilleros– acaba de hacerles a ‘Timochenko’ y sus socios un tímido requerimiento sobre el asunto. Apuesto que eso no llega a nada: los antiguos comandantes andan empeñados en demostrar que el grueso de su fortuna se lo gastaron en la noble tarea revolucionaria.

Pero las palmas doradas se las lleva la Corte Constitucional. Tras revisar la ley estatutaria de la JEP, sus magistrados resolvieron pasarse el derecho internacional por donde sabemos e incluir en los crímenes sujetos a tratamiento especial –cero cárcel efectiva y otras prerrogativas– la violación y otros abusos sexuales contra las mujeres –muchas de ellas menores de edad– que, como lo demuestran numerosos testimonios, fueron una práctica sistemática entre grandes y medianos jefes de las Farc.

Ya nos habíamos tenido que tragar un sapo gordo: que ‘Timochenko’ y compañía eran narcotraficantes solo en aras de la revolución, pues ese crimen quedó calificado como conexo al de rebelión. Pero ahora, a juzgar por el comunicado de la Constitucional, esa corte da a entender que los autores de miles de violaciones y abusos sexuales sistemáticos también merecen un tratamiento benigno de la JEP. ¿Acaso esos crímenes se hicieron en el nombre de la guerra popular y el socialismo? Dr. Alejandro Linares, presidente de la Constitucional, y demás magistrados: no sean cínicos.

Como si fuera poco, el comunicado sobre el fallo –su contenido íntegro tardará unas semanas– ha prendido las alarmas en la Fiscalía General, pues limita –más aún que el acuerdo de La Habana– las facultades de investigación de esa entidad sobre muchos de los crímenes cometidos por las Farc, incluido el narcotráfico continuado –caso Santrich– y los de lesa humanidad. El mensaje de las altas cortes a las nuevas generaciones es claro: maten, secuestren, narcotrafiquen, violen menores, que, si es en nombre de la revolución, les saldrá baratísimo.

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