Colombia 32, Petro 1

Como explican los “dos chifladitos”:  “la gente sigue diciendo que tú y yo estamos locos Lucas”. Es cierto. Imposible entender cómo, con un marcador de 32-1 a favor de Colombia, hemos perdido, por la actuación discutible, dudosa y extraña, de un Juez de Tierras del Tribunal Superior de Bogotá. Incomprensibles las diferencias de opinión de tantos jueces que estuvieron en la “jugada”.

32 tutelas daban vía libre a la salida de Petro, por las interminables irregularidades que, hemos visto desfilar por la alcaldía de la capital. Infortunadamente Petro desconoció la Constitución, a la que se aferra para no abandonar la burocracia nociva que tanto combatió desde el Senado. Extraño y sospechoso, aún más, el fallo sobre las medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que se pronunció sobre el particular, haciendo referencia a que en Colombia no existen garantías. Petro se valió de todas las artimañas, conocidas y por conocer, para evadir una justicia y desconocer una sociedad que a gritos denuncia sus pésimas actuaciones y sus errores.

El presidente Santos, no vaciló en cumplir el inexplicable mandato del juez de marras, amparado por el Tribunal Superior de Bogotá, para actuar democráticamente y cumplir con la institucionalidad, mientras la actuación de un dudoso alcalde, deja malherido y cojo al más preciado instrumento con que cuentan los colombianos para la defensa de sus derechos: la tutela. Puso este ingenioso mecanismo en peligro, cuando sin sonrojo alguno, obligó a firmar tutelas a personas que no votaron por él, por encontrarse fuera de Bogotá o ser menores de edad.

Otra vez al frente de la alcaldía: “Delenda est Bogotá”, como decía Catón el Viejo” de Carthago África en el Senado Romano al final de las Guerras Púnicas: “Carthago debe ser destruida”.

Otra vez las manifestaciones permanentes, el caos del tráfico, los contratos dudosos para sus defensores, sostenimiento de los cráteres en las vías, el erróneo manejo de las basuras, el desgobierno por ignorar el manejo de la cosa pública y la interminable lista de desbarajustes.

“Delenda est Bogotá”, -Bogotá debe ser destruida- ¿hasta cuándo habrá que esperar?

Blanco. Las multas por el manejo de las basuras.

Negro. Las temerarias y mentirosas declaraciones del exministro de Defensa, Ospina, sobre un diálogo privado de los expresidentes Samper y Uribe reproducidas en el libro de Vicky Dávila. Es increíble que se acuda a armas tan bajas.

gabrielortiz10@hotmail.com

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