Colombia 1- Brasil 2: una interpretación política

Esta mirada al partido de fútbol que jugó la selección Colombia, dentro del Mundial de este deporte, y que perdió frente al Brasil, está bajo la lente de la situación política de ese país y que a nuestro juicio es la determinante del marcador. Colombia no podía ganar ese partido, no obstante la calidad de nuestros jugadores. La actual Presidente del Brasil está en campaña reeleccionista por el PT, pero el mundial de fútbol ha despertado algunos problemas sociales que desembocaron en paros y movilizaciones que si bien quedaron controlados y no afectaron el desarrollo del evento, han incidido en la imagen de Edilma Rouseff, de tal manera que no se atrevió a hacer el pase de honor al momento de la inauguración.

Un eventual triunfo de Colombia sobre Brasil hubiera sido una tarjeta roja para la Presidente e impedido, muy probablemente, su reelección. Un equipo que por primera vez pisaba los altos escalones del mundial, que no tenía flamantes galones y prestigio en los círculos cupulares de ese deporte, en la hipótesis de ganarle a Brasil, desataría una decepción gigantesca en el pueblo brasileño que, de contera, le daría la razón a los grupos opuestos al evento, aunque minoritarios, debilitarían a la Rouseff.

Pero un hecho político realizado en Colombia contribuyó al sonido de las alarmas de gobierno brasileño. Tres días antes del partido Colombia-Brasil, el Presidente Santos reunió a varios líderes políticos internacionales en Cartagena en un evento sobre la tercera vía, entre ellos Fernando Henrique Cardoso, líder de la oposición a Edilma Rousseff y expresidente del Brasil  opuesto a la reelección, quien ha dicho que su país no soporta cuatro años de lo mismo. La Presidente brasileña no debió ver con buenos ojos que el aliado y socio de su jefe de partido, LuizInácio Lula, cambiara de amigo y estuviera dándole alas a su contrincante. Este cuadro permite deducir porqué todo el entorno político conspiraba contra la selección de fútbol colombiana. Desde los más altos mandos del estado brasileño, se oponían a un eventual triunfo de Pékerman y sus discípulos. No es, pues, extraño que el árbitro del partido haya actuado en favor del equipo local. Las lágrimas de James y las de todos los colombianos que nos sentimos agredidos y decepcionados estaban contaminadas de una extraña percepción, distinta a la deportiva.

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