Como ‘Betty la fea’

Es evidente, según los datos de la Contraloría, que en Canal Capital existen un desgreño contable total, una pérdida de miles de millones de pesos acumulados durante años y una desviación de la naturaleza de la empresa.

El periodista Hollman Morris, director de Canal Capital, anda ufanándose ante los medios de que, gracias a su gestión, el 2013 fue el primer año en que la empresa no perdió millones, sino que ganó unos miles.

Pero las cifras que he recibido de la Contraloría Distrital indican que o el señor Morris miente, o alguien lo engaña contablemente. Los bogotanos tenemos derecho de saber cuánto nos cuesta sostener Canal Capital, algo que haríamos con gusto si estuviera cumpliendo con la finalidad para la cual fue fundado: la promoción cultural en la ciudad de Bogotá, en lugar de proselitismo político desde la plaza de Bolívar. ¿Se justifica, por ejemplo, que el canal cultural de los bogotanos registre gastos no justificados de millones en viáticos y transporte por el cubrimiento de un evento cultural como el entierro de Chávez? Ni que hubiera tocado la sinfónica de Londres, y nos hubieran transmitido en directo.

El informe de auditoría de la Contraloría me trae a la memoria la divertida historia de la telenovela Betty la fea, en cuya empresa se maquillaban los balances. Pues, según la Contraloría, “Canal Capital presentó pérdidas posibles por la suma de 1.098’465.532 millones de pesos en la vigencia del 2013, y no las utilidades de 322’477.000, como lo presentan la entidad en sus estados financieros y contables y el informe de revisoría fiscal”.

Por tener Canal Capital una vocación de servicio público, eso no lo libera de la transparencia y la obligación de optimizar su gestión, en lugar de despilfarrar en propaganda política. Es como si la BBC de Londres, que entre otras produce una de las mejores programaciones del mundo y que tiene garantizada como servicio público su independencia del control comercial privado y político, se la pasara haciéndole propaganda al primer ministro inglés de turno o a Camilla Parker Bowles.

De manera que adultera el periodista Morris la verdad diciendo que, bajo su gestión, Canal Capital hoy es sostenible. Según la Contraloría, “las utilidades de los años 2012 y 2013 que presenta la entidad no son veraces”. Por el contrario, “se siguen acumulando posibles pérdidas significativas a través de los años”.

Básicamente, Canal Capital sobrevive gracias a que el 95 por ciento de su pauta publicitaria se lo pone la misma Bogotá, los bogotanos, a través de pauta de empresas como la ETB (hoy central de medios), el Acueducto (hoy recolector de basuras) y la Secretaría General de la Alcaldía Mayor, entre otras. Dicho más gráficamente, yo con yo. El Distrito de Bogotá se saca plata de un bolsillo y se la mete al otro, que está desfondado.

Uno entiende y apoya los subsidios en función pública, pero no política. El canal de televisión de Bogotá debería ser un medio independiente en lugar de utilizarse para beneficio político propio, como lo hizo durante casi dos años y como probablemente seguirá haciéndolo Morris con Petro como exalcalde y con el futuro alcalde petrista de Bogotá, en caso de que resulte elegido. Eso desnaturaliza la función de Canal Capital, donde no niego que existen, en medio de toda esa propaganda política, faltaba más, unos pocos programas periodísticos de excelente factura manejados por profesionales. Y, salvo la transmisión de espectáculos culturales muy escasos, lo demás constituye una desviación descarada de fondos públicos para hacer campaña política, la peor forma de corrupción.

Es evidente, según los datos de la Contraloría, que en Canal Capital existen un desgreño contable total, una pérdida de miles de millones de pesos acumulados durante años y una desviación de la naturaleza de la empresa. Me pregunto cuánta plata más estará dispuesta a meter la central de medios instalada en la ETB para que Hollman Morris consiga el sustento para decir que, bajo su gestión, Canal Capital gana plata.

Entre tanto… Peñalosa debería seguir absolutamente callado. Porque así sube, y sube…

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