Compromiso de todos

Ya lo hemos dicho, el compromiso para sacar a Colombia del abismo donde nos ha llevado este mal gobierno que padecemos desde hace ocho años, no se lo podemos dejar sólo a Iván Duque y a Marta Lucía Ramírez. Todos los colombianos tenemos que aportar hasta donde podamos y hacer los sacrificios que sean necesarios. Rodear al nuevo gobierno y contribuir cada uno en su campo y en sus actividades.

Empecemos por el empleo: los industriales, los comerciantes, los empresarios del campo, las cooperativas, en fin, todos los posibles generadores de empleo, hacer un pequeño sacrificio y vincular nuevos trabajadores en su empresa. Uno, dos o más en cada negocio, aliviaría la angustia de muchos compatriotas.

En la profesionalización de los jóvenes, sí que se podría hacer un pequeño esfuerzo para formarlos. No estamos colaborando con la preparación de la juventud, pero luego nos servimos de los profesionales en nuestras empresas. Esperamos que las universidades nos preparen al joven que luego vamos a vincular a nuestro negocio, no colaboramos para la educación de ese profesional que necesitamos, para que reciba esa preparación que luego la vamos a aprovechar. Por otro lado, hay cierto egoísmo como cuando vemos avisos en la prensa que dicen: “empresa importante necesita ingeniero mecánico, experiencia mínima de tres años”. Es decir, no ayudamos para la preparación de la que luego nos vamos a beneficiar, sino que esperamos que la experiencia se la dé otro. Si cada empresa financia una beca para un profesional anónimo que en el futuro va a necesitar y que cuando lo necesite tenga la preferencia para escoger el mejor entre todos los nuevos profesionales, todos salimos ganando. La empresa porque puede escoger al mejor, la universidad porque recibe recursos necesarios, los jóvenes más necesitados y con deseos de estudiar porque encuentran becas para su preparación y todos los colombianos porque habrá paz social.

En la salud sí que hay cosas para hacer. Hay que empezar por la vigilancia de los recursos que sean aplicados a la prestación de este servicio esencial y no permitir que en algunas de las entidades prestadoras de servicios siga la corrupción que hemos padecido en estos ocho años de mal gobierno. Esos recursos son sagrados como todos los que maneja el Estado pero que se han dilapidado gracias a la corrupción imperante.

El compromiso que tenemos que adquirir para que las obras públicas se hagan y no sigamos padeciendo la corrupción compartida entre algunos contratistas y contratantes. Casos como el túnel de La Línea, la autopista del Sol, Ocaña–Gamarra y tantas obras que no sólo son ejemplos de mala contratación, sino de la corrupción que se ha apoderado del país.

Tenemos el compromiso de denunciar. Denunciar todo aquello que atente contra moralidad y contra la vida, honra y bienes de los colombianos. Ante una justicia muchas veces inoperante, ante unas autoridades, por lo menos, permisivas, no podemos seguir con la indiferencia o el temor para denunciar.

Es el momento de salvar a Colombia y el compromiso es de todos los buenos colombianos.

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