Con todo respeto, no

La reelección es un premio que Santos no merece.

Dos niños fueron instrumentalizados por las Farc en Tumaco para atacar con un paquete bomba a uniformados de la Policía. Hay antecedentes como el de El Charco, también en Nariño, donde el año pasado perdió la vida otro menor. Y mientras el mundo está horrorizado por el rapto de 300 niñas en Nigeria, cometido por el grupo terrorista Boko Haram, son millares los crímenes de las Farc contra menores de edad que Santos pretende dispensar con unas dosis de impunidad inaceptables.

La negociación en La Habana progresa a ritmo de titulares de prensa y gestos electoreros, pero no hay ningún avance sustantivo. En el hipotético acuerdo sobre narcotráfico quedaron cuatro salvedades sin solucionar que deberán tratarse al final de la negociación. En los otros dos puntos ‘ya acordados’, también habían quedado temas pendientes.

Pero como es tan obvio que las Farc no van a dejar el narcotráfico, a todas luces no se trata más que de un esperado anuncio electorero, adobado con un mezquino cese de acciones terroristas de apenas una semana. Por eso es imposible votar por la reelección de Santos. Como bien dijo su nuevo jefe de debate –lo único sensato que ha dicho–, “las Farc parecen estar tratando de hundir el proceso de paz”, pero este no se hunde porque Santos está obsesionado viendo fascistas por todas partes cuando los únicos fascistas son los que mandan a detonar niños bomba y los que creen que el país será mejor cuando estos sicópatas lo dirijan.

Más de 9 millones de colombianos cometimos un gran error en el 2010. Elegimos a un individuo que nos llevaría a una era de prosperidad sin precedentes, pero en medio de la apoteosis de la Justicia no en la sima de la sinvergüencería y la impunidad. Ahora, él ha decidido ser el candidato de las Farc y de los Ñoños, obnubilado por sus ansias de reconocimiento internacional, y cuando este supuesto proceso de paz termine mal, que es su destino inevitable, se lavará las manos y nos responsabilizará a todos.

¿Cómo se puede pensar en reelegir a un mandatario que ya engañó una vez a sus electores, que ha cooptado con mermelada al Estado, a muchos empresarios y a los medios (lo advierte Gossaín), que les huye a los debates para que nadie se entere de su desnudez y que basa toda su política en la redención de unos bellacos?

La reelección es un premio que Santos no merece, mucho menos cuando trata de conseguirla con proclamas extorsivas, como esas de que es ahora o nunca o que vamos a escoger entre la paz y la guerra. En realidad, no habrá paz mientras esta consista en concederles el triunfo a las Farc o en seguir el camino de Venezuela. Y como esto es lo que ofrece Santos, respetuosamente hay que decirle ¡no!

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¿Qué hay de sustantivo en el video de la reunión del hacker Sepúlveda y Zuluaga? Nada. Cualquier fantoche puede decir que tiene nexos con inteligencia militar. Cualquiera puede hacer portales con el prontuario de los guerrilleros. Cualquiera sabe que ‘Timochenko’ está en Venezuela. Si tiene tuberculosis o no, es algo sin importancia, los medios siempre informaron de las dolencias de ‘Reyes’, ‘Marulanda’ o ‘Jojoy’.

El tal hacker dice que a Santos solo lo fortalecería un golpe contra las Farc, lo cual es una simple opinión personal. Todo lo demás son temas insulsos, como de charla de cafetería. Sin embargo, la presencia subrepticia de una cámara demuestra la intención de comprometer a Óscar Iván con un fanfarrón que hacía labor de zapa.

Dos preguntas: 1) ¿Quién deslizó el video a la revista Semana: la Fiscalía o la campaña de Santos? 2) ¿Quién fue el genio del CD que contrató personajes que venían de trabajar con Rafael Pardo, Santos, Chica y J. J. Rendón? Señores, qué autogol…

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