Contra Maduro donde más le duele

Sin el control del dinero de las cuentas petroleras, el régimen de Maduro y la cúpula chavista puede precipitarse a su final. El repudio internacional pesa mucho, pero el embargo de cuentas es letal.

Hace apenas pocos meses el mundo entero tenía claramente entendido que la situación social y económica de los venezolanos era por completo calamitosa y sin esperanzas de comenzar a mejorar. Cientos de miles de personas huían del país para buscar supervivencia. Pero, a pesar de todo, pocos apostaban por el fin próximo del régimen dictatorial y corrupto de Nicolás Maduro y la cúpula chavista que lo secunda desde la Asamblea Constituyente y del Tribunal Supremo de Justicia.

El panorama está cambiando aceleradamente. Lo cual obliga a los demócratas del mundo estar vigilantes, máxime cuando esa cúpula que ve amenazada su permanencia en el poder, el cual han usufructuado sin ningún control ni contrapeso, puede activar toda una serie de acciones desesperadas que hagan sufrir a mucha gente.

Tampoco hay que suponer que una vez se precipiten los acontecimientos que puedan dar lugar a una transición luego de un cambio efectivo de mando, vaya a darse una mejora automática en las paupérrimas condiciones de vida de los venezolanos que aún quedan en su territorio.

De hecho, la represión de los aparatos del chavismo contra los opositores y población civil se ha exacerbado y las muertes en las manifestaciones y los detenidos arbitrariamente han aumentado de forma alarmante.

Casi todos los países miembros de la Unión Europea han coincidido en la exigencia a Maduro para que convoque de inmediato elecciones libres y transparentes. De lo contrario -que es lo que sucederá- reconocerán como presidente de Venezuela a Juan Guaidó, quien ya tiene el reconocimiento de Estados Unidos, Colombia, Brasil, Argentina, Chile y otros países democráticos. Ayer mismo, Pedro Sánchez, presidente socialista de España, dijo que “quien responde con balas y prisión” a quienes protestan “no es socialista, es un tirano”.

Y siendo esencial la presión internacional contra el régimen despótico, que va de la mano del apoyo a la alternativa democrática representada por Guaidó y la Asamblea Nacional como poder legislativo legítimo, la herramienta más eficaz podría ser la iniciada el lunes por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, de tomar medidas inmediatas para que el régimen de Maduro no tenga disponibilidad de los fondos de las cuentas de la gubernamental petrolera venezolana PDVSA y su filial Citgo en Estados Unidos.

Venezuela ha disminuido la exportación de petróleo y de lo que exporta, solo recibe dinero de Estados Unidos, pues el que despacha a países como China o India fue pagado por anticipado y no cuentan ahora con esos fondos. Y los de Estados Unidos se consignarán a cuentas en ese país a las que no podrá tener acceso el régimen de Maduro. Los efectos de esta medida bien pueden acelerar el derrumbe de la cleptocracia instaurada por la cúpula del chavismo, que asumió como caja menor y como privadas las otrora inagotables rentas petroleras.

Ayer, a la vez que el fiscal general de bolsillo del régimen ordenaba congelar las cuentas de Juan Guaidó y prohibir su salida del país -medidas previas a su eventual detención-, Maduro decía que estaba dispuesto a iniciar diálogos inmediatos con la oposición. Una trampa en la que, salvo algunos incondicionales obnubilados por el sectarismo, ya nadie parece dispuesto a caer. Las medidas de sanción económica de los países que efectivamente pueden ejecutarlas, cambia radicalmente el panorama para la cúpula que consideró que el Estado y la vida, dignidad y bienes de sus ciudadanos eran enteramente suyos.

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