Corpamag, ¿dónde ha estado?

Por fin se está poniendo en la picota pública a funcionarios e instituciones que dejan serias dudas.

Ahora que por fin se está poniendo en la picota pública a funcionarios e instituciones que dejan serias dudas sobre sus responsabilidades frente al país, es hora de hacerle una pregunta clave a Corpamag: ¿dónde ha estado? Corpamag es la Corporación Regional del Departamento del Magdalena, creada desde 1998 y que entró a ser parte las treinta y pico que, por la Ley 99 de 1993, la Ley del Medio Ambiente, entraron a ser parte del Sistema Nacional Ambiental (Sina). La razón es simple: se están robando la Ciénaga Grande del Magdalena. Y esta ciénaga es parte de su jurisdicción. Un humedal declarado reserva de la biosfera por la Unesco y –como agrega EL TIEMPO– parte de la Convención Ramsar, cuyo objetivo es “la conservación y el uso racional de los humedales (…)” (http://www.ramsar.org/es/acerca-de/la-convención-de-ramsar-y-su-misión).

Enfrente de sus narices, señores de Corpamag, “se están construyendo 27 kilómetros de diques y terraplenes y se han quemado 60 hectáreas de bosques con fines agrícolas y ganaderos”, afirma EL TIEMPO, y ya lo había denunciado El Heraldo de Barranquilla. Como no es la primera vez que robos, contaminaciones ambientales y toda clase de delitos –para los cuales la Ley 99 prevé castigos severos– ocurren en su jurisdicción, es bueno iniciarles un juicio de responsabilidades. Este tamaño de daño ambiental no se hace en un día, sino en meses; y no lo hacen campesinos de “buena fe”, sino unos agricultores y ganaderos grandes, que tienen los recursos y la capacidad de ejercer su poder político (?) para que las autoridades locales se hagan las locas frente a tamaño asalto a un bien público.

Varios puntos en contra de la forma como funciona esta corporación, situada en uno de los departamentos con grandes riquezas naturales. Que le expliquen al país por qué solo ahora, ante la presión mediática –la que conmueve a mucho funcionario irresponsable–, no solo responden preguntas que se les habían formulado desde tiempo atrás, sino que empiezan a actuar cuando probablemente los daños ocasionados a este ecosistema pueden ser irremediables. Hace rato se les pidió que dieran los nombres de los dueños de las fincas donde se estaban generando este tipo de robos de tierras, y solo ahora se conocen, cuando ustedes los debían saber desde hace tiempo. ¿Por qué no se dieron cuenta cuando estos trabajos ilegales empezaron? ¿Por qué solo ahora muestran preocupación y actividad, cuando probablemente es demasiado tarde?

Sin entrar a declararlos culpables –lo que solo les corresponde a los jueces–, sí es absolutamente necesario conocer sus respuestas. ¿Tienen o no las corporaciones regionales suficientes ‘dientes’ para actuar de manera más diligente y evitar desastres como el que se ha hecho en la Ciénaga? Con el beneficio de la duda, si esto es así, es hora de que el Gobierno actúe y genere los cambios necesarios para que las corporaciones procedan de inmediato. Pero si disponen de las herramientas para parar estos desastres y robos de tierras, tendrán que responderle al país por su ineficiencia.

Los daños en la Ciénaga son históricos, y por allí siguen realizando grandes obras públicas quienes no solo por sus errores convirtieron un mundo de manglares en una especie de desierto extraterrestre, sino que le causaron daños inmensos a la población, de por sí muy pobre, que habita los pueblos palafíticos. Para no mencionar los horrores del carbón en las playas de este departamento.

No tendría nada de raro que esos perversos elementos políticos infiltrados en las instituciones regionales, y que mandan como si fueran reyezuelos, salgan a relucir y expliquen lo incomprensible: ¿dónde ha estado Corpamag?

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