Corrupción en las Altas Cortes

Vergonzosamente está integrada por togados de las altas cortes, que tienen postrado al pueblo colombiano suplicándoles una brizna de justicia digna y honesta.

Cuando hay una vacante, se presenta rebatiña de nunca acabar, finalmente -con algunas excepciones-, resultan eligiendo oscuros personajes con prontuario delictivo en los organismos de control, pero, finalmente se transan por el mejor postor, el que les ofrezca mejores dádivas y garantice un carrusel de incondicionales a favor de quienes los eligieron.

Ya no damos más, señor presidente, en sus manos está que se busque una solución pronta y verdadera, es vergonzoso todo lo que está pasando en las altas cortes, pareciera que la toga es una capa para guarecerse de los fríos bogotanos, mas no para significar la majestad y la dignidad de quienes administran justicia en nombre de la República de Colombia y por autoridad de la ley.

El soborno en el cual aparece implicado el magistrado Pretelt, presidente de la Corte Constitucional, es uno de tantos que se presentan a diario; por esta columna hemos denunciado casos tan aberrantes, lo seguiremos haciendo, siempre en aras de encontrar la verdad dentro de todo lo que está pasando, que en el día de hoy tiene en vilo a todos los ciudadanos de bien, que añoramos una justicia pulcra y honesta, pero que lamentablemente las altas cortes están convertidas en verdaderas cuevas de rolando, donde la mayor parte de los expedientes se juegan desde el amanecer hasta el anochecer al mejor postor.

Cómo aceptar que para el caso de las casaciones se demoren hasta 15 y 20 años para fallar y la mayoría de las veces a favor del mejor postor; son cientos los casos de humildes ciudadanos que finalmente fallecen y, como en la novela de García Márquez, el querellante del común “no tiene quien le falle”, puesto que su caso fue negociado por la contraparte y el cúmulo de abogados deshonestos que como aves de rapiña están al acecho para estrangular a quienes fueron vencidos en juicio.

La huelga de la justicia que recientemente tuvo en vilo al país, pero que aún continúa con sus rezagos, sumada a la morosidad y a las altas coimas que hay que pagar para que se muevan los expedientes, más el carrusel de pensiones, son el indicativo de que estamos sin justicia, razón por la cual se está generando toda una serie de venganzas que al final terminan con el pago de sicarios para hacerla por su propia cuenta.

Las reformas de parte del Congreso de la República siempre terminan en escándalos, parece que los “honorables congresistas” no tienen el menor sentido común, ni la razón de lo que es administrarla: pronta, ecuánime y cumplida; si se hace una evaluación de las labores del Parlamento, en el nombramiento de los magistrados de las altas cortes, nos llevaremos grandes sorpresas; para conseguir los votos, el aspirante debe comprometerse a nombrarles sus recomendados en el carrusel que manejan a su antojo, razón por la cual se han venido incrementando las nóminas paralelas, y el nombramiento de magistrados auxiliares, que con unos cuantos meses de labores terminan con pensiones estrafalarias de 15 o 20 millones de pesos.

¿Cómo creer que con la justicia que tenemos vayamos a conseguir la paz? Lo primero que hay que hacer para conseguirla es depurarla de tanto funcionario deshonesto, puesto que en los actuales momentos se encuentra en manos de la corrupción, mal podemos aspirar a un país en paz, donde los decisiones judiciales por lo regular no se fallan en derecho, mas sí en conveniencia; si se hiciera una convocatoria de todos los casos aberrantes que han cometido jueces, magistrados, auxiliares y abogados corruptos, con humiles ciudadanos y respetables empresarios, nos daríamos cuenta de que la balanza siempre se inclina por el lado de la injusticia y que el usuario queda inerme, con el grave peligro de ser enjuiciado por irrespeto a la autoridad, en caso de reclamar sus derechos vulnerados, son miles los expedientes que se llevan en los juzgados penales donde después de una fallo venal, y ante el reclamo justificado, se le arma con falsos testigos un expediente por delitos que jamás ha cometido.

En conclusión, debemos iniciar una protesta pacífica para exigir de quienes corresponde poner orden la administración de justicia, que por favor la depuren de tanto delincuente incrustado en todas las ramas del poder público; lamentablemente, ninguno de ellos por sí solo está en capacidad de dar una respuesta clara sobre lo que debe ser un aparato judicial: eficiente, digno y honesto, puesto que todas en mayor o menor grado se encuentran permeados por la corrupción.

La Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, más comúnmente llamada de “absoluciones”, tiene en su haber cientos de expedientes contra magistrados de las altas cortes, que a la fecha y en vísperas de cesar en sus funciones,no ha producido un solo fallo acorde con las circunstancias, puesto que siempre se orientan por el lado de la conveniencia política.

Considero que se requiere de un cuerpo de juristas de la más alta distinción para que hagan un proyecto de reforma a la justicia, en lo que sea posible, se busque sea aprobada por el constituyente primario, puesto que según como están las cosas, en todo este zafarrancho que se ha formado, según el expresidente Gaviria, todos somos responsables de todo lo que está pasando en nuestro país.

La moralización del aparato judicial debe ir en concordancia con el proceso de paz, pero, sobre todo, hay que abrir un debate serio con: investigadores, facultades de derecho a la cabeza, y demás ONG que trabajan por una justicia seria, digna, honesta y eficiente.

No olvidemos que para la etapa de posconflicto, donde se van a presentar millones de querellantes en todas las ramas del derecho, se requiere de un aparato judicial muy bien aceitado con funcionarios lo suficientemente preparados, pero sobre todo, honestos.

Los hechos violentos empiezan con una injusticia, y la paz se adquiere con justicia.

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