Crecimiento bajo y débil

El crecimiento del primer trimestre estuvo dentro del rango esperado por los especialistas. Se ratifica la desaceleración y se evidencia que el problema va más allá de la caída del precio del petróleo.

Según el Dane, durante el primer trimestre de 2015 el crecimiento del PIB total fue 2,8 por ciento. Esta cifra está por debajo de la registrada un año atrás (6,5 por ciento) y es muy similar a la que se tuvo en el primer trimestre de 2013 (2,9 por ciento). Igualmente, es menor a la del cuarto trimestre de 2014 (3,5 por ciento).

De esta forma se confirma que la economía colombiana se ha debilitado y que, por ende, continúa desacelerándose.

La tasa de crecimiento registrada no tomó por sorpresa a diversos especialistas, incluido el Banco de la República (2,7 por ciento), que esperaban que estuviera a su alrededor.

Dadas las dificultades que en materia fiscal y externa se enfrentan, la cifra de 2,8 por ciento constituye una base relativamente baja para que, en lo que resta de 2015, se cumpla con las previsiones del Gobierno y las entidades internacionales de un crecimiento anual de 3,5 por ciento.

Durante el primer trimestre del año los sectores que tuvieron el mejor desempeño fueron: comercio (5,0 por ciento), construcción (4,9 por ciento) y financiero (4,4 por ciento). Estos sectores, que se caracterizan por ser no transables, se han convertido en los líderes del crecimiento.

En contraposición, los sectores transables exhiben las menores tasas de crecimiento.

En particular, la agricultura, que es la que relativamente crece más dentro de este grupo, presenta un desempeño mediocre (2,3 por ciento). Para su crecimiento, el sector sigue dependiendo del café y de otras pocas actividades, como las flores. Por su parte, la minería (-0,1 por ciento) avanza en su proceso de reacomodo a la nueva realidad de los mercados internacionales.

El resultado de la industria (-2,1 por ciento) es decepcionante y altamente preocupante, pues parece que este sector no sale de su crisis de crecimiento. Excepto por unas pocas actividades básicas (como las agroindustriales), la mayoría del sector manufacturero presenta tasas negativas.

Lo que acontece con la agricultura y muy especialmente con la industria no debería sorprender al país, pues ello representa el alto costo que se está pagando por haber descuidado el aparato productivo en los tiempos de la bonanza minero-energética.

Por dicha causa, hoy en día estos sectores no tienen la capacidad suficiente de responder vigorosamente al estímulo proveniente de la tasa de cambio y del consumo interno y, por tanto, no generan las divisas y la mayor dinámica requeridas para acompañar a las actividades no transables a compensar la caída de la minería.

La debilidad que exhibe el aparato productivo nacional debería servir de campanazo de alerta para que el Gobierno implemente, de manera acelerada y eficaz, el nuevo Programa PIPE 2,0, de tal forma que, mediante el impulso a la construcción y la infraestructura, la industria reciba el empuje necesario para salir de su estado de postración.

Sin embargo, ello no basta. Como lo ilustran los casos exitosos de desarrollo productivo de los países asiáticos, estos sectores requieren de políticas sectoriales activas. Infortunadamente, este asunto no ha recibido del Gobierno Nacional la atención y la prioridad demandadas. Sus actuaciones continúan siendo limitadas.

Los resultados del crecimiento del PIB durante el primer trimestre de 2015 deberían servirle al Gobierno para afinar y acelerar la ejecución de su estrategia de corto y mediano plazo, pues con el paso del tiempo la situación fiscal y externa se complica, dificultando su accionar.

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