Cuidado con la inflación

Conocidos los datos del Departamento Nacional de Estadísticas sobre el comportamiento de la inflación al mes abril, el país no puede estar tranquilo. Llegar al 4,64% significa que la amenaza de un aumento por encima de las metas presupuestadas en los precios de la canasta familiar quiere decir que hay un cambio que puede afectar de manera importante la capacidad de compra de los hogares colombianos.

Si bien el peso de los alimentos puede servir para explicar el alza en los últimos meses, no necesariamente puede decirse que se debe a un comportamiento estacional. Es claro que las hortalizas y legumbres son los que más aportan, con un alza del 2,12%. Pero debe tenerse en cuenta que los incrementos en productos como la panadería, o la producción de pollos están siendo afectados por un fenómeno que no puede desconocerse. Es la dependencia de Colombia en la importación de materias primas como harina de trigo, el maíz, la soya o los aceites.

Esa es la consecuencia directa de haber abandonado esos productos, a pesar de tener ventajas comparativas. Por ello, la industria nacional y el consumidor están sintiendo el impacto de la devaluación. Así se quiera desconocer, somos un país importador de materias primas y por lo tanto expuestos a los riesgos de fenómenos como la pérdida de valor del peso frente a otras divisas como el dólar, que en anteriores ocasiones producía más beneficios que pérdidas. Ahora, acostumbrados como estamos a consumir productos importados aprovechando un peso fuerte, nos aventuramos inflación importada.

En estos momentos, se espera la actuación del Banco de la República como autoridad monetaria responsable de mantener la capacidad adquisitiva de nuestra divisa. Una de sus herramientas puede ser la venta de dólares para combatir la devaluación acelerada, lo que llevará a contraer el circulante, buscando reducir la demanda agregada.

La otra es el incremento en las tasas de interés para cerrar la llave del crédito y así detener la capacidad de consumo de los colombianos. Lo paradójico será entonces que se afecte la capacidad de la economía para generar empleo, que hasta ahora presenta un crecimiento con el cual se ha llegado a un desempleo del 8,9%, el más bajo en los últimos trece años.

Sin embargo, la tarea no puede ser sólo de la autoridad monetaria. Es el momento en el que el Gobierno está llamado a actuar para apoyar la producción nacional, aún a costa de sus propios ingresos. Es decir, abrir la posibilidad de permitir un déficit controlado para estimular la producción nacional. Y no insistir en el aumento de impuestos que afectan a los productores, así como estar dispuesto a ofrecer incentivos para aprovechar los mercados que se abren mediante los tratados de libre comercio o iniciativas como la Alianza del Pacífico.

La coyuntura no es pues fácil. Pero aún estamos a tiempo para impedir que las contradicciones y las falsas expectativas nos conduzcan de nuevo al camino que ya conocemos de la inflación, el desestímulo a la iniciativa privada y la pérdida de control sobre la economía.

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