De 1812 a 2014. La vigencia del Manifiesto de Cartagena

Tan oportunas como lo fueron en 1812, parecen aún serlas palabras del prócer Simón Bolívar dirigidas al Congreso de la Federación de Provincias de Nueva Granada en las que da cuenta de las razones que llevaron al fracaso a la república de Venezuela y el entrañable llamado para que la dirigencia granadina evitase cometer los mismos errores.

Tras el declive del proyecto independentista venezolano, la confiscación de algunos de sus bienes y la persecución por parte de los realistas al mando de Monteverde, El Libertador se vio obligado a zarpar de La Guaira a Curazao, y de allí a buscar refugio en nuevas tierras. Arriba a la republicana Cartagena en octubre de 1812, desde donde se dio a la tarea de abrir nuevos caminos en su vitalicio empeño de libertar el continente.

El manifiesto de Cartagena representa el réquiem de la primera república bolivariana recitada bajo el fragor del acecho español y el caos de las provincias granadinas reticentes al centralismo santafereño.

Escribe el sentido mensaje al Congreso granadino, teniendo presente los desaciertos en los que incurrieron los patriotas, el principal según él, no haber aplastado oportunamente la amenaza del levantamiento de Coro antes de que su influjo se disgregara por todo el país. Su interés estaba puesto en enseñar a los republicanos neogranadinos los desatinos de los venezolanos, ya quede tener éxito la empresa independentista, podrían convertirse en los libertadores del continente.

Con firma a mano alzada y fechada a los quince días del mes de diciembre de 1812 en la ciudad Cartagena de Indias, la sublime epístola que será conocida a posteriori como el Manifiesto de Cartagena, destaca entrelineas las razones de aquel entonces que llevaron a la primera república venezolana al fracaso, y de manera profética, las que coincidentemente hoy día llevan al colapso a la República Bolivariana de Venezuela. He aquí algunas entre muchas otras:

“La disipación de las rentas públicas en objetos frívolos y perjudiciales, y particularmente en sueldos de infinidad de oficinistas, secretarios, jueces, magistrados, legisladores, provinciales y federales, dio un golpe mortal a la República, porque la obligó a recurrir al peligroso expediente de establecer el papel moneda, sin otras garantías que las fuerzas y las rentas imaginarias de la confederación.”

“El espíritu de partido decidía en todo, y por consiguiente nos desorganizó más de lo que las circunstancias hicieron. Nuestra división, y no las armas españolas, nos tornó a la esclavitud.”

“De lo referido se deduce que entre las causas que han producido la caída de Venezuela, debe colocarse en primer lugar la naturaleza de su constitución, que, repito, era tan contraria a sus intereses como favorables a los de sus contrarios.”

La misiva parece haber sido escrita en piedra, quizás, en la piedra del fuerte cartagenero cuyo mensaje rememora la tragedia del pueblo venezolano de aquel entonces como ofrenda a la libertad continental, y anticipándose por dos siglos a los acontecimientos, extiende los lazos de subsidiariedad que deben unir por siempre a las dos naciones hermanas debido, dirá él si aún viviera, a la proclividad de su pueblo a inmolarse.

A valor presente, el manifiesto de Cartagena constituye el fraternal mensaje de ciudadanos y empresarios venezolanos para impedir la instauración en Colombia del cancerígeno régimen socialista de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, que hoy por hoy, aunque decadente, sigue oprimiendo las libertades ciudadanas.

Además, los consejos del caraqueño al pueblo granadino se acompañan del llamado a la acción en favor de la causa libertadora y la unidad entre los pueblos.

“La Nueva Granada ha visto sucumbir a Venezuela; por consiguiente debe evitar los escollos que han destrozado a aquella. A este efecto presento como una medida indispensable para la seguridad de la Nueva Granada la reconquista de Caracas. A primera vista parecerá este proyecto inconducente, costoso y quizá impracticable; pero examinando atentamente con ojos previsivos, y una meditación profunda, es imposible desconocer su necesidad como dejar de ponerlo en ejecución, probada la utilidad.”

El compromiso de hermandad y asistencia mutua quedó fijado desde el momento mismo en que generales y soldados se dispusieron a librar batallas indistintamente el lado del Orinoco enel que hubiere lugar.

Más allá de la beligerancia en la que se apoya la ideología socialista del gobierno del vecino país, cabe preguntarnos en que ha quedado el histórico pacto de asistencia erigido por El Libertador para los que se auto proclaman demócratas y liberales en este lado de la frontera; más aún cuando de por medio esta la sistemáticas violación de las libertades ciudadanas de un régimen opresor que responde a los interés imperialistas, ya no de la decadente España de los años 1800, sino de la también decadente Cuba del siglo XXI.

“Como su gloria depende de tomar a su cargo la empresa de marchar a Venezuela, a libertar la cuna de la independencia colombiana, sus mártires y aquel benemérito pueblo caraqueño, cuyos clamores sólo se dirigen a sus amados compatriotas los granadinos, que ellos aguardan con una mortal impaciencia, como a sus redentores. Corramos a romper las cadenas de aquellas víctimas que gimen en las mazmorras, siempre esperando su salvación de vosotros; no burléis su confianza; no seáis insensibles a los lamentos de vuestros hermanos. Id veloces a vengar al muerto, a dar vida al moribundo, soltura al oprimido, y libertad a todos.”

De mantenerse durante los próximos cuatro años la indiferencia frente a la situación venezolana como política oficial del Estado colombiano, el tiempo se encargará de cobrar factura; ojala y no sea padeciendo la misma colonización ideológica, política y económica al que se ha visto sometido sistemáticamente el pueblo venezolano.

Sea cual sea el desenlace del conflicto en el vecino país, los lazos de hermandad por siempre estarán tendidos.

@alvaroprezmolin

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