De líderes y seguidores

Me gustan los amigos que tienen pensamientos independientes porque suelen hacerte ver los problemas desde todos los ángulos. Nelson Mandela

Como gran vaina dicen los malquerientes de Iván Duque que él sería un seguidor de Uribe. Pero échele un vistazo a su propia vida y dígame si es usted un líder o un seguidor. El problema no es ser líder o seguidor, sino ser bueno en lo que hace para que las cosas pasen. Así que son ingenuamente ‘analíticos’ quienes no se dan cuenta que en diferentes áreas de nuestra vida somos líderes o seguidores. Por lo que lo importante no es ser líder o seguidor, sino tener éxito en el desempeño de esa función.

Tal vez en la familia, sea usted un buen padre, por lo tanto un buen líder para sus hijos. ¿Pero lo es en el trabajo? En su sitio de oración puede ser usted un buen seguidor del pastor, un cura, un rabino o un imán y esas organizaciones le ofrecerían a usted la guía espiritual que lo haga mejor persona para tener éxito en esta vida y la otra; pero de sus decisiones depende el que usted se salve o condene. El presidente de una empresa es el líder indiscutible, pero está sometido a la junta directiva. De la misma forma Uribe tiene millones de seguidores, pero solo uno se arriesgó a tener éxito como presidente y asumir su papel de líder.

Por su vida y el desempeño de su carrera política creo que Iván Duque es un excelente seguidor del éxito. Y Uribe ha demostrado que es un líder excelente si ha sido capaz de formar estupendos seguidores que puedan remplazarlo y ser mejores que él, demostrado en las elecciones del 11 de marzo. Esa dinámica del verdadero líder la enseñó Jesús: “Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes,” (Juan 14:12) ¿O acaso un destacado general no tuvo que haber sido primero un buen soldado? Y porque Duque fue un realizador creativo en sus diferentes desempeños, aprendió lo que es tener éxito como seguidor, y ahora podrá ejercer bien su liderazgo como presidente porque sabrá qué y cómo esperar el éxito, no la obediencia, de las personas que en él confían.

Pero hay un aspecto difícil para los líderes: el poder. Difícil porque el liderazgo con poder tiene trampas. Lo que a las personas les gusta del ser líderes es que pueden tomar decisiones; ¿pero someten a una detallada consideración las implicaciones de segundo y tercer orden o las consecuencias imprevistas de sus decisiones? Cuando esos resultados se presentan, el falso líder no asume. Eso fue lo que sucedió con los ‘líderes’ del proceso de paz; no asumieron las implicaciones y consecuencias de negociar con un grupo terrorista y entonces les echan la culpa de su fracaso a los ‘enemigos de la paz.’ Además, como a los líderes les gusta el cambio, tienen que diferenciarlo del odio a las estructuras que es lo que distingue a los camaradas en contra de la burguesía. Quien gusta del cambio, evoluciona; quien odia las estructuras hace revoluciones. Igual les pasa a los seguidores; quienes saben amar, evolucionan. Quienes odian, destruyen.

¿Hay una posición diferente? Sí. La del equipo en donde no hay líderes ni seguidores oficiales. Así, el equipo que lidere un país, es decir un gobierno, debe ofrecer una agenda detallada para que la gente sepa que hay posibilidades reales de obtener algo bueno en beneficio de todos, ofreciendo pruebas del cómo y por qué. Pero desafortunadamente pocos políticos demuestran esa capacidad en campaña.

¿Qué pasaría si en vez de candidatos nos preocupáramos de conocer sus equipos de trabajo? El elector podría visualizar por qué vota por uno u otro candidato. Conocemos el equipo de trabajo de Iván Duque: el Centro Democrático liderado por Uribe. Esa es la pedagogía política real. Porque a la gente inteligente le gusta saber por qué hace las cosas. ¿Se entiende entonces cuál es el motivo de la abstención cuando se ignora la participación de la inteligencia de las personas? ¿Y por qué se incrementó la votación el 11 de marzo al estar en la contienda el Centro Democrático en la defensa de los mejores intereses de Colombia?

¿Cuál es el manual de trabajo para un equipo presidencial exitoso? La constitución y las leyes interpretadas creativamente para el bien de todos. EE UU tiene la constitución federal más vieja del mundo. Adoptada como tal el 17 de septiembre de 1787 tiene un lugar central en el derecho y la cultura política estadounidense. Así que el norteamericano común y corriente tiene un conocimiento básico de sus derechos y deberes, como una verdad fundamental. ¿Pero es esa vieja constitución la que ha creado el liderazgo de ese país o la creatividad de sus intérpretes para el bien común? En Colombia cualquier perico de los palotes le echa mano a la constitución para sus propósitos y con ello cree tener una justificación moral para toda clase de injusticias; es decir, la constitución se ha vuelto instrumental, no una verdad inspiradora.

Pero, una constitución es una estructura de pensamientos, sentimientos, costumbres, interpretaciones. Una guía de formación civilista y democrática; así como la urbanidad nos señala parámetros de comportamiento acordes con los buenos modales que demuestran buena educación y respeto hacia los demás. Sin embargo, la civilidad, la democracia, la buena educación y respeto hacia los demás pueden corromperse. Y una nueva ley o castigo no hará desaparecer esa corrupción. Por lo que la pregunta es: ¿Cómo nos corrompemos? Con el irrespeto a todo lo que signifique norma, autoridad, buenas costumbre, tradiciones, etc.

Para hacer desaparecer esa corrupción… ¿Qué hace un buen presidente? Convierte la teoría política de la libertad, justicia, igualdad, derechos humanos, el contrato social, la democracia, en una buena praxis de gobierno ejemplar, para evitar la tiranía, el populismo engañoso, la revolución. De esa manera el pueblo se educa en la aplicación práctica de las ideas que profesó con su voto.

¿Cómo enseña un presidente tolerancia? Mediante el ejemplo y explicando los pros y contras de las praxis de las diferentes ideologías: anarquismo, capitalismo, comunismo, conservatismo, liberalismo, socialismo, socialdemocracia, multiculturalismo, el movimiento obrero, el feminismo, el movimiento verde, el fascismo, fundamentalismo, islamismo. ¿O es que no estudia usted todas esas ideas en la carrera de ciencias políticas sin necesariamente identificarse con ellas? De ahí que todas esas ideologías tienen el derecho de estar presentes en una sociedad con el único límite de la ley y el respeto por los otros. De esa manera la sensatez informada es la que se convierte en la regente intelectual de una nación y no un partido. Por lo tanto esa sensatez ocupará el lugar de formación ciudadana evitando ser remplazada por los voceros de una mala política.

Además ¿Cómo puede ese presidente generar, respeto, admiración, deseos de ser imitado para bien del país? Demostrando que su presidencia es el resultado del servicio y el amor por su patria. Y no el engendro de una maquinaria política al servicio de intereses partidistas. Pero como el pueblo no sabe qué es y cómo funciona ese maligno instrumento, hay que ilustrarlo. Aquí se cree que es solo para la compra de votos, el pago de favores y todas las prácticas que bordean la ilegalidad. Pero la maquinaria es más que eso.

La maquinaria puede ser el estado mismo que, según el gobierno de turno, puede convertir la fuerza legítima en violencia; la justicia en persecución, y las ayudas birladas a los pobres en corrupción; puede poner la administración estatal para el bien común al servicio de personas en pago de favores, etc. Con una habilidad asistida para los intereses del regente la constitución se interpreta para destilar el espíritu y estilo particular de cada estado; de tal forma lo hacen que pueden convertir a un demonio en un ángel de la legalidad opresora; en ese estado el parlamento pierde su poder y, mediante la mermelada o los intereses partidistas, se convierte en un club cuyos miembros bien pagados, disfrutan la vanidad de ser parte de un foro para el debate y la tertulia inútil.

De esa forma los partidos políticos enmermelados pierden su función original de exponer la diversidad de ideas para convertirse en una organización para el poder. Eso es lo que se conoce como la terrible muerte lenta disuasiva de la burocracia del estado que entrena a un segmento de la sociedad para el voto fraudulento y la compraventa de favores. Hacen parte de esa maquinaria ciertos medios de comunicación sin dignidad, pero con libertad para censurar al que se opone a ese contubernio indecoroso. Y la propaganda es la que finalmente remplaza la verdad con el resultado que usted no sabe por qué creyendo vivir en el cielo de la democracia, siente que es el infierno, porque ha dejado que los medios piensen por usted. De esa manera usted no se da cuenta cuando el infierno real toca a sus puertas y puede votar por un populista comunista; un disfrazado de demócrata; o un pacifista irresoluto porque su capacidad de discernimiento ha sido estropeada por el régimen.

Solamente cuando la sociedad se compromete con el pensar crítico para quitarse ese vendaje espiritual, es entonces posible la verdadera lucha contra la pobreza, la delincuencia, la corrupción, favoreciendo la seguridad, el decoro y las buenas costumbres políticas. Ahí es cuando la violencia política desaparece porque pensamos y analizamos antes de actuar para saber si somos generadores de paz o borregos; cuando todos los males que se consideran normales espantan como un cáncer.

En ese momento podremos decidir como nación, con el realismo que nos brinda el saber y conocer el porqué de esa política y ese verdadero estado al servicio de las personas, si queremos ser parte de la guerra, de un nacionalismo obtuso, o servidores incondicionales de un imperialismo de derecha o izquierda; o si queremos integrarnos a un aislacionismo falsamente patriótico. Sabremos lidiar con la globalización, develaremos la realidad de las Naciones Unidas y no le tendremos miedo a los nuevos desconciertos que puedan intentar crear la estupidez de los otros.

Pero la primera lección que debe aprenderse para ser un líder exitoso en el escenario anterior es haber sido un buen seguidor de la sensatez humana. La segunda lección es asumir que jamás se debe participar, en ninguna medida, en la depravación moral que implica defender o tomar el poder de manera ilegítima o engañosa. Porque esa es la ingeniosa venganza del corrupto: ofrecer las delicias del dinero para compartir su infierno moral con el que alguna vez fue decente para reafirmar su compromiso con el mal como la realidad irrefutable de los listos. Esa es la tragedia del que no tiene un compromiso radical con el bien.

Y como el problema del elector siempre ha sido el tomar como verdad el papel que desempeña el político, ha de cambiar esa costumbre por la de buscar la verdad de lo que el político verdaderamente es; pues quien suele ser bueno en su casa, en su profesión y en sus actuaciones particulares generalmente lo es en la vida pública. Esa es mi confianza en Iván Duque, al conocerlo como persona pública, como senador y profesional; y al saber de referencia que es un excelente miembro de familia y amigo. Al darme cuenta que a pesar de los ataques, no denigra de sus enemigos.

Teniendo en cuenta lo anterior ¿Cómo escogen los electores a sus candidatos? ¿Por las promesas que hacen en campaña o su oratoria? Yo me inclino por la persona integral, porque las decisiones fundamentales para gobernar un país, no salen solamente del caletre del presidente, sino muchas veces de la pericia de los buenos consejeros o la malicia de los maquiavélicos frente a los que debe asumir una firme posición ética o deshacerse de ellos. Por eso las decisiones de un gobierno no van a dejar contentos a todos. Y todos significan los buenos y malos ciudadanos; honestos y bandidos.

Por todo lo anterior, la salvaguarda de un gobierno está en la condición ética tanto de líderes como seguidores. Aunque el saber, la experiencia y la pericia sean buenos auxiliares de un gobernante, en el escenario solitario de la conciencia de cada quien en donde se distingue el bien del mal, aquel que practica una honestidad radical sabrá tomar la decisión correcta para bien del país, sea líder o seguidor. Ese es el dilema que se nos plantea a todos si decidimos examinar y protestar o aceptar la actuación irregular de la Registraduría en el empadronamiento ideológico que hizo en las elecciones del 11 de marzo denunciado por Gustavo Álvarez Gardeazábal que pone en riesgo las elecciones presidenciales. Si no asumimos esa obligación con nuestra conciencia de bien, seremos seguidores de lo ilegal. Por lo que cada quien debe asumir el liderazgo de la legalidad constitucional, sea de derecha o izquierda, líder o seguidor, si queremos una verdadera democracia.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar