¿De pirómanos a bomberos?

Después de haberse inventado el término de “mermelada”, cuando fue ministro de Hacienda, el presidente de Ecopetrol se autocalificó de “bombero” en el escándalo de Reficar, pero quedó claro, con el contundente debate adelantado por el Senado, que hizo parte de los pirómanos que permitieron incinerar más de US$ 4.000 millones y que ahora pretenden cobrar a los ciudadanos con una reforma tributaria para subir y ampliar el IVA.

Por estos descaches es que el Gobierno tiene un nivel de desaprobación similar al de Maduro en Venezuela. No es por errores en la estrategia de comunicaciones, sino por las repetidas mentiras, a la que se suma otra falsa “bombera” como lo es la ministra de Educación, que en un acto de desespero, usurpó un extintor ajeno y terminó plagiando el proyecto de ley sobre Alimentación Escolar, ya tramitado en tercer debate por la senadora Sofía Gaviria. Todo para apagar el incendio de corrupción que se lleva a cabo con la alimentación de los niños de Aguachica y que, si no es por la valiente denuncia de la profesora Claribel Rodríguez, se seguiría dando bajo sus narices.

Y qué tal premiar con el Ministerio de Comercio a la directora de la fracasada Procolombia, cuando no pudo frenar la sostenida caída de las exportaciones no tradicionales, a pesar de la fuerte devaluación del peso y de contar con gran presupuesto. Funcionaria también involucrada con el escándalo de Agro Ingreso Seguro.

Tanto desprestigio ya provoca la amenaza del Partido Liberal con abandonar la coalición del Gobierno, desmoronando las mayorías necesarias para aprobar a pupitrazo parlamentario otra reforma tributaria y que disfrazan de “estructural” solo para aumentar el IVA. Mientras tanto, los miembros de Cambio Radical, protagonistas de la venta de Isagén, el escándalo de la Autoridad Nacional Ambiental y el desmadre en contratación de infraestructura que mostró un primer reventón con la insolvencia financiera de Conalvías, se mantienen firmes con el presidente Santos para garantizarle al vicepresidente, sin importar los medios, su carrera hacia el Palacio de Nariño.

Semejante incendió se refleja en la percepción de riesgo con que los mercados internacionales ya han venido castigando los bonos de deuda colombiana, pero como todo es cuestión de percepción, pues que los medios sigan aplaudiendo y repitiendo que “ese tal incendio no existe”.

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