Demagogia irresponsable

Petro anunció que el Distrito, a través de Metrovivienda, construirá 372 viviendas de interés prioritario en tres de los barrios más costosos de la capital. Lo hará en unos predios del Distrito que hoy se usan como parqueaderos. El costo aproximado sería de treinta mil millones de pesos. Las viviendas serían entregadas a víctimas de la violencia y tendrían un tratamiento catastral y tributario de estrato uno, el más bajo en la escala, por diez años.

La propuesta ha generado ruido y cubrimiento en los medios, cosa que seguramente le encantará a un alcalde que ha vuelto a sus cotas tradicionales de muy baja popularidad. Cuando pasó la marea de solidaridad por su fallida destitución por la Procuraduría, Petro volvió a los predios que le son habituales: las encuestas de la semana pasada muestran que un 70 % de los habitantes de Bogotá rechaza su gestión y tiene una imagen desfavorable de él.

El alcalde defendió su propuesta con el supuesto de que "los sistemas de subsidios no deben depender del estrato social, este es un sistema de castas antidemocrático y antihumano que no debe seguir existiendo en Colombia, se le debe dar a la persona y no al lugar". Algunos vecinos, por su parte, dicen que el proyecto desvalorizará sus propiedades y tienen ansiedad por el impacto en materia de seguridad.

Aunque las dudas son legítimas, dudo que tales proyectos afecten la valorización de las propiedades aledañas, porque la escasez de tierra en la zona es agobiante y la demanda se mantiene por los cielos. Y creo que las preocupaciones por la seguridad olvidan que, en todo caso, la seguridad ciudadana en Bogotá, incluyendo la zona norte, está ya muy deteriorada, como lo muestran las encuestas de victimización y el aumento de denuncias por hurtos, atracos y, recientemente, robos armados a las residencias de los que han sido víctimas incluso figuras públicas. Y parten de un prejuicio: que los más pobres son delincuentes. La realidad muestra que no solo no es verdad (en nuestro país algunos ricos son criminales redomados y abundan los de cuello blanco), sino que en general los pobres son los más afectados por la inseguridad porque, por un lado, no tienen cómo pagar seguridad privada y, por el otro, es inexistente su capacidad para presionar una mejor presencia y acción de la Policía.

El argumento del alcalde, por otro lado, es falaz, porque el sistema de estratos es el único que hasta ahora permite pagos de acuerdo con las capacidades de los habitantes y un mecanismo de asignación de subsidios con base en necesidades. De hecho, Petro lo usará para asignar las viviendas y para darles un tratamiento impositivo presencial.

El problema, en realidad, es otro: el proyecto de Petro es del más descarado populismo y absolutamente irresponsable, porque en realidad perjudica a los sectores más desfavorecidos. Con ese dinero, quince millones de dólares, la ciudad podría hacer 938 casas en otra zona de la ciudad (en Bogotá una casa vip tiene un valor de construcción de máximo 32 millones de pesos, tierra incluida), es decir, dos veces y media más que en donde pretende hacerlo. Y la cosa es más grave: si el Distrito vendiera esa tierra le pagarían un promedio de doce millones de pesos el metro y en algún caso hasta quince. ¡Con la plata de esa venta el Distrito podría construir miles de viviendas vip!

Toda la racionalidad económica muestra que lo que debe hacer el Distrito es vender esos predios y usar el dinero para construir muchas más casas vip en otra zona de la ciudad. Lo "humano", señor alcalde, es gastar de manera eficaz y eficiente los recursos públicos y resolver las necesidades de la mayor cantidad de pobres que sea posible, no hacer demagogia con ellos. ¿Pero quién ha dicho que a esta izquierda populista, que en tres administraciones ha acabado con la ciudad, le importan en realidad los pobres y el buen uso de los recursos públicos?.

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