DEMOCRACIA Y ELECCIONES

Existe una peligrosa confusión entre democracia y elecciones. Normalmente se tiene como democráticos a los regímenes nacidos de procesos electorales, es decir, con legalidad de origen según este criterio. La mayoría de las veces la comunidad internacional se desentiende de cuanto sucede en un país de estas características. Se dice que son problemas internos por el origen electoral del gobierno. Ni siquiera se atreve a revisar la naturaleza de los procesos electorales cuestionados y mucho menos la ilegitimidad de ejercicio que siempre acompaña a los de origen fraudulento. No importa mucho que se avance en la construcción de un sistema autocrático o abiertamente totalitario. Tampoco que progresivamente pueda constituirse en un peligro o amenaza para las naciones del vecindario, así la realidad este frente a ellos de cuerpo entero. La idea es evitar problemas. Eludirlos, así se traicionen convicciones que se dicen sostener y defender.

Es el caso de nuestra Venezuela, víctima de un golpe de Estado de ejecución progresiva bajo la dirección del régimen castro-comunista de Cuba más las acciones u omisiones culposas de los petrochulos del continente. Estamos en el año dieciséis del régimen gobernante. Todos los indicadores nacionales e internaciones consideran al país como un pobre país pobre. La paradoja es que en estos tres quinquenios largos, ha tenido más ingresos que sumados todos los anteriores, desde la fundación de la República en 1830 hasta el final del segundo gobierno de Caldera. 900.000 millones de dólares. Sin embargo sobrevive con la inflación más alta de Latinoamérica y la tercera del mundo. La caída del poder adquisitivo ha sido bestial y la destrucción del aparato productivo privado aumentó la dependencia del ingreso petrolero para convertirla en una economía de puertos, dependiente de las exportaciones para lo básico de la canasta alimentaria. Esto ha traído como consecuencia dos tragedias. Una, la ineficacia a la vista en el manejo mil millonario del ingreso petrolero y otra, la peor corrupción de que se tenga noticias en la historia republicana. Todas las empresas expropiadas están improductivas y arruinadas y los dólares en una francachela de viejos y jóvenes que a la sombra del gobierno han hecho los negocios de su vida. Los llaman boliburgueses y bolichicos, a los más jóvenes. Un vergonzoso desastre.

Por razones de espacio concluiremos señalando que no se puede seguir confundiendo democracia con elecciones. Éstas son un instrumento de la democracia. Pero no el único. Ni siquiera el más importante. Nada más necesario que el respeto a un orden jurídico sabio y estable que sirva para reglar las relaciones entre los ciudadanos y de éstos con el estado-gobierno. La tesis de los bárbaros gobernantes es que esa sería la muerte del proceso. “una verdadera revolución no puede tener como camisa de fuerza leyes que le impidan avanzar”. Primero los hechos y después… el Derecho.

oalvarezpaz@gmail.com Viernes, 11 de abril de 2014

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar