DEMOCRACIA Y ESTADO

La historia de nuestra independencia como nación, así como la de la gran mayoría de éstas en nuestro continente persiste una constante: “confusión entre Estado y Democracia”. El primero es no solo necesario, sino, determinante para garantizar la supervivencia y la equidad entre los ciudadanos; esto no significa solo gobernar, es gobernar buscando los mayores beneficios para los ciudadanos, es relevante la existencia del Estado exista o no democracia.

El Estado antecedió en procura de la necesaria organización de las naciones, imperios, democracias y dictaduras. El Estado es nuestra base y de ella dependemos. En tanto que esto ocurre, ese mismo Estado nos confiere el poder para exigir derechos y contraer obligaciones. Lo que implica que todos nos veamos involucrados como parte de la sociedad. Mancur Olson afirmó que el Estado es “un depredador” lejos de la realidad, pues éste tiene con los ciudadanos un contrato del que ambo reciben una contraprestación. Mientras Olson afirma lo anterior, Bo Rothstein hablo de “la calidad del gobierno: la corrupción, la confianza social y la desigualdad en la perspectiva internacional”.

Los presupuestos políticos mencionados por Rothstein son hoy por hoy el proyecto de cualquier gobernante que se precie de ser un político comprometido con el Estado y la sociedad misma. La mayoría –con algunas excepciones- de los políticos y gobernantes de la región Latinoamericana carecen de sentido de la gobernanza, de esa que se enfoca en mejorar la calidad de vida de sus gobernados. La calidad del gobierno de la que hace mención Rothstein conlleva el compromiso de los políticos con las buenas prácticas, con la expulsión de la corrupción de las entrañas del Estado, al tiempo que se busca equilibran los derechos de los ciudadanos entre sí.

La democracia; es según nuestro modelo occidental, la mejor forma de gobierno y, sin embargo ésta aún está en busca de sus propias reformas, que le lleven a garantizar esos derechos de los que Occidente se ufana y que hoy están lejos de aquellos que surgieron de la Revolución Francesa. La “calidad de gobierno” no es ni mucho menos perfecta, países donde la democracia signifique ir a las urnas y nada más, mientras los derechos de los ciudadanos son vulnerados, no son escuchados. Países donde el Estado es reemplazado por autócratas de partidos únicos al estilo soviéticos es lo que prolifera en estas desgastadas o nunca bien formadas “democracias”.

El nuevo modelo de partidos únicos lo encontramos en las tan sonadas “unidad nacional” que también proliferan en la región, esta “unidad” ha venido a reemplazar en algunos casos al partido único y este a su vez se convirtió en el Estado (Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil. Uruguay, etc.). Latinoamérica sufre una decadencia en sus “democracias” pero también en sus Estados, por no hablar de sus partidos políticos;  la región está en mora de hacer autocrítica a esa forma corrupta e inmoral de pretender reemplazar al Estado por un partido o una “unidad nacional” así como de disfrazar formas amorfas de gobierno bajo el manto de la democracia. El reto en el futuro inmediato serán los cambios que se consigan dentro de las urnas para intentar redirigir lo que, si bien, nunca fue perfecto, si permitió consagrar las independencias y el autogobierno de los países de la región. A partir del próximo año Latinoamérica inicia una serie de elecciones presidenciales que definirán que forma de gobierno quieren sus ciudadanos.

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