Denle el Nobel… ¡por favor!

La ceremonia sería inolvidable, con la asistencia de centenares de colombianos transportados en vuelos oficiales.

Apreciados Señores del Premio Nobel:

Me dirijo a ustedes para suplicarles, con respeto, que aceleren la entrega del Premio Nobel de Paz a nuestro presidente, Juan Manuel Santos, quien parece que solo pensara en su premio, día y noche, dominicales y festivos, en todo momento y lugar.

Necesitamos que el Presidente gobierne. La entrega pronta del Nobel podría permitir que el Señor Presidente se dedique con toda concentración a muchas tareas de gobierno que hoy parecen abandonadas. Basten, entre muchos casos, algunos ejemplos elocuentes de los últimos días.

En el Mintransporte han armado un galimatías inexplicable, y llevan varias semanas aplicando la teoría del ensayo y el error para ver si, como en aquel concurso de televisión, ‘El precio es correcto’, logran acertar con el valor de los carros.

Un hombre que pintaba bien, con buena trayectoria y buena estirpe, tan pronto asumió el Ministerio de Agricultura ha entrado en una fase que los psicólogos denominan “negacionismo crónico”, que afecta, sobre todo, a quienes quieren ser precandidatos presidenciales y que consiste, por ejemplo, en acusar a los comerciantes de los fracasos de su política agropecuaria. El Ministro es muy buen tipo, y parece que su mal es curable, siempre que no copie las prácticas de un vecino llamado Nicolás Maduro.

Aunque tenemos el mejor Ministro de Hacienda de la historia de Colombia, de América, de la galaxia y del universo, ninguna cifra le cuadra y sus pronósticos empiezan a parecerse a los del antiguo Himat, que cuando alertaba por lluvias brillaba el sol y cuando recomendaba protector solar se venía el diluvio universal. La cosa está terrible, y el panorama es sombrío, pues el déficit y la inflación son galopantes, las perspectivas de crecimiento están a la baja, el dólar sigue disparado y se teme por el grado de inversión mientras archivan y desarchivan una cacareada reforma tributaria.

Señores: esos abnegados ministros merecen la compañía y la orientación de su jefe. Si aceleramos la entrega del Nobel, el Presidente podrá ocuparse de guiarlos para retomar la senda correcta.

Creemos que agilizar el premio también permitirá recuperar los buenos reflejos para que el Señor Presidente reaccione oportunamente, antes de que los problemas se crezcan. Quizás si ya le hubieran entregado el Nobel, no habría sido tan tardía la respuesta ante la proliferación del mosquito del zika y el chikunguña, habría preparado mejor a su gobierno para la crisis petrolera, no se habría presentado orondo y sonriente a inaugurar Reficar, y habría reaccionado con mayor prontitud y eficacia frente a la tragedia humanitaria de los niños que mueren por desnutrición en La Guajira.

Apreciados señores: también les toca apurarle, porque a medida que se empiezan a comprender algunos alcances del acuerdo de justicia, el Nobel se le va volviendo inviable ante la comunidad internacional. A las destempladas respuestas que recibió en Washington y a las críticas de Human Rights Watch se les sumaron en la última semana las duras advertencias de Amnistía Internacional y las del Vicefiscal de la Corte Penal Internacional. Ojo.

Con plena convicción de que es benéfico para Colombia que el Señor Presidente se pueda ganar rápido su Nobel para que, libre de esas distracciones y devaneos, pueda tomar las riendas del Gobierno, les suplico considerar esta petición.

Si se concreta, además, les permitirá montar una concurrida ceremonia con varias docenas de invitados colombianos que llegarán entusiastas a bordo de varios aviones oficiales tonificados para cocteles, cenas de gala y recepciones de protocolo, gracias a una exclusiva dieta rica en almendras de alto valor nutricional. Será inolvidable.

Por favor, denle rápido el bendito premio.

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