DESACATO A NORMA CONSTITUCIONAL

Se fueron 365 días muy agitados y soleados que nos dejaron sedientos y jadeantes, por la entrega que viene haciendo Juan Manuel Santos del país a los narcoterroristas de las Farc que continúan llenando de horror y frustración a comunidades y pueblos; afortunadamente las páginas del calendario llegaron a su final para dar paso a un nuevo año.

Observando lo que pasa en nuestro alrededor, lo que ocurre es que saltan por encima de nosotros sin darnos cuenta, lo que nos da la idea de que estamos acorralados, llevándonos a un callejón sin salida. Cada día las acciones de fuentes poderosas de otros países, apoyando a los narcoterroristas de las Farc, quieren llevarnos hacia una fragmentación de la sociedad, porque estos individuos desean doblegar la libertad y los derechos de los colombianos. Que seamos una sociedad siempre con miedo, que no sienta ni padezca, que nos lleven como res al matadero, sin decir nada, sin exigir nuestros derechos, es lo que ese grupo recalcitrante y voraz de narcoterroristas de las Farc desea, ordenándole a la Fiscalía lo que tiene que dictarles a los defensores de Petro para burlarse más de nuestra Constitución.

Si la función de una norma constitucional es encaminar un proyecto político, desacatando decisiones de la Procuraduría, entonces, estamos muertos, ya que lo que creíamos era que la Corte Constitucional, con todo el alboroto de su formación después de aprobada la Constitución del 91, su función era garantizar la supremacía de la Constitución, la defensa del orden constitucional, y la protección de los derechos fundamentales, pero además, no se necesita tener más vista de la que tenemos, para darnos cuenta de que este organismo jurídico, nos ha llevado a situaciones difíciles cuando desacató la voluntad popular y le negó  al país la segunda reelección de Álvaro Uribe Vélez, que nosotros no recibimos de buena gana, pero acatamos la decisión como verdaderos demócratas que nos ponía en jaque, porque con esa providencia le estaba dando gusto a la izquierda terrorista oxigenándola y subiéndola  de nivel, reconociéndole estrato político y abriendo las puertas de instaurar un estado de desestabilidad y de desigualdad social en nuestro país, que es a lo que nos está conduciendo Juan Manuel Santos por traidor.

De alguna manera debemos hacernos sentir, y disentir por las desavenencias que desde los escritorios tomando vodka provocan desde La Habana para nuestro mal. No podemos como maltratados, estar como han querido que estemos, dependiendo de lo que digan en Cuba, de lo que decidan los narcoterroristas y acepten los plenipotenciarios del gobierno; porque lo que digan, o decidan,  nos está hundiendo en el fango como una sociedad manipulada, vilipendiada y desahuciada, donde todo pasa y ni siquiera nos inmutamos.

Si no tenemos Corte Constitucional, pues tampoco tenemos Constitución, ni Corte Suprema de Justicia ni mucho menos Fiscalía. Y es demostrable  cuando vemos el desorden y parcialidad, de una justicia que con sus propias herramientas sugiere  impunidad y desacato a la norma constitucional.

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