Dinámica fronteriza en Cúcuta: solo estudiantes y enfermos pasan, el resto paga para cruzar por trochas

Quienes se encargan de garantizar el paso del lado venezolano dicen ser del ELN; son jóvenes desgarbados no mayores de 22 años que improvisaron un cambuche (mesa construida con troncos de árbol), donde revisan los bolsos y la mercancía que se lleva hacia el lado venezolano.

Tras cuatro semanas del cierre de la frontera, el paso desde y hasta Venezuela por Colombia a través de una trocha es más que común. Ríos de personas pasan paralelo a los puentes que están bloqueados con conteiner, por orden de Maduro.

A varios metros, los puntos de migración venezolanos vigilados por pocos y aburridos Guardias Nacionales.

Ya no hay Policías Nacionales, ni Guardias ni colectivos como durante los días del forcejeo por la entrada de ayuda humanitaria.

Quienes se encargan de garantizar el paso del lado venezolano dicen ser del ELN; son jóvenes desgarbados no mayores de 22 años que improvisaron un cambuche (mesa construida con troncos de árbol), donde revisan los bolsos y la mercancía que se lleva hacia el lado venezolano. La “vacuna” tiene un precio de 4 mil pesos, te guían por unas tablas que sirven de puente.

Del lado colombiano se pagan 2 mil pesos. Se ha vuelto una dinámica muy formal que despojó a los Guardias venezolanos del matraqueo y alimentó a todo un sistema paralelo de “garantía de tránsito” en la frontera más viva de América Latina.

En las trochas también hay decenas de venezolanos jovensísimos que caen como moscas a todos los venezolanos que hacen mercado en La Parada, Colombia, para paliar la crisis. Les ofrecen llevar la carga durante todo el trayecto hasta el “control del ELN”. Son muchachos que perdieron su futuro en el socialismo del siglo 21. No tienen tarifa, piden “lo que sea”, y “lo que sea” incluye comida, pesos, o vestimenta.

Por fortuna, y a solicitud del Defensor del Pueblo de Colombia, quienes sí pueden pasar formalmente desde y hasta Venezuela, son los estudiantes y enfermos que reciben atención en el hermano país.

Decenas de miles trabajan en un país y viven en el otro. Ellos han tenido que tomar decisiones respecto a su destino pues no pueden pagar todos los días para pasar por las trochas. La tarifa se triplica aún más para quienes intentan pasar repuestos o un artefacto vistoso de un lado a otro. Es una dinámica de la capacidad de adaptación de ser humano ante la falta de reglas superiores.

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