Disputa por la Contraloría

Es indudable que la disputa al más alto nivel por imponer al nuevo contralor general de la República, aunque no es un episodio ajeno a los avatares políticos, sí es muy lamentable por las razones que se esgrimen, las declaraciones conocidas y la directa intromisión presidencial en la designación de su futuro fiscalizador.

La terna conocida para la Contraloría la integran Edgardo Maya, Carlos Ardila y Gilberto Rondón. Los aspirantes, excepto Maya, son políticos de profesión, lo que no es y no puede ser per se una limitante para ocupar el cargo. Si me correspondiera elegir  atendiendo a la formación profesional y las calidades personales, lo haría por Edgardo Maya a quien pondero en grado sumo. Ningún punto le restaría en mi hipotética decisión, los problemas judiciales que familiares suyos puedan tener, pues donde quiera que ha servido al Estado lo ha hecho con rectitud, respetando siempre la normatividad vigente; al igual que Gilberto Rondón representan dignamente al Partido Liberal.

Lamentablemente, Maya Villazón carga un pasivo que debería alertar a los demócratas y a los respetuosos del Estado de Derecho, quienes consideramos que es esencial observar la separación de poderes o de funciones en una democracia, si queremos que funcione bien.  Edgardo Maya es el candidato del presidente Juan Manuel Santos: es decir que el controlado está buscando a su contralor y eso atenta contra una de las características esenciales de nuestro Estado que es, como ya lo señalé, el respeto por el equilibrio de poderes. Este baldón se lo impone un presidente que está entrando en una gravísima contradicción: de un lado nos anuncia una reforma constitucional (¡otra más!) donde la decisión más importante es la prohibición de la reelección presidencial porque atenta, ¡y de qué manera!, contra el balance de poderes y de otro trata de imponer el contralor que es la cabeza visible de uno de los órganos independientes consagrados en nuestra Constitución como lo es la Contraloría General de la República. Una rama del poder público (ejecutiva) presionando a otra rama (legislativa) para que escoja la máxima representación de otro órgano independiente, diseñado para controlar el gasto público de aquel poder ejecutivo. Así para qué reformas constitucionales si por la trastienda se van a seguir irrespetando las atribuciones de otros poderes y si los pesos y contrapesos los va eliminando un presidencialismo cada vez más poderoso y pernicioso.

Si el doctor Juan Manuel Santos realmente quiere un necesario equilibrio entre las distintas ramas del poder público, si está convencido de la necesidad de la existencia entre ellas de verdaderos pesos y contrapesos, lo que debe hacer es respetar la libertad del Congreso de Colombia para escoger de la terna al contralor que los legisladores deseen.

Voté por el presidente Santos, apoyo al presidente Santos muy especialmente en su propósito de buscar la paz; pero me parece que este es un episodio desafortunado e injusto con un buen candidato como Edgardo Maya, que de ganar, como seguramente sucederá, le quedará la mancha de que lo escogió el jefe del poder ejecutivo, cuyo ejercicio fiscal habrá de vigilar.

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