Doble moral

Hay que reconocerlo: casi siempre, pero no siempre, la socialdemocracia está equivocada. Tenemos el caso, por ejemplo, de la crítica a la política antojadiza, amañada, relativista y siempre utilitarista de las grandes potencias.

Esa crítica político-histórica no solamente suele ser cierta sino que es muy útil. Que las grandes potencias como EE.UU. abusen de su poder, condición y lugar amerita siempre una loable sátira aun cuando ella provenga del odio y de un discurso doctrinario polarizante y segregador como el de las izquierdas.

Es del caso anotarlo ahora que el Gobierno Obama toma intempestiva cercanía con la más larga y cruenta dictadura en la historia de las Américas. En Cuba la situación ha sido moralmente insostenible pues ha acusado una política sistemática de violación de los derechos humanos, destrucción total de la oposición, amedrentamiento de la disidencia, abolición del que para los liberales es un sagrado y natural derecho, como el de la propiedad. Muerte a manos de los agentes del Estado, opresión abierta y discurso monopólico con conductas igualmente totalizantes. Y de democracia, ni hablar pues es su sistema antagónico.

Degradación de la condición humana a niveles de indignidad pues su expresión no cuenta, sus manifestaciones populares son acalladas con la fuerza de los fusiles, el Congreso deliberativo no existe, la pena de muerte es la carne de todos los días a falta de una completa dieta alimentaria. El Estado no solamente es corrompido sino que lo son la camarilla de hombres (no mujeres, pues son misóginos) que lo presiden y que paradójicamente aparecen en la revista Forbes como los grandes hacendistas y millonarios del mundo.

Y mientras que la gente se escandaliza con lo sucedido en Venezuela se suele inadvertir que esas enseñanzas provienen de la escuela cubana; ese es el régimen que admiran y que persiguen.

Y cuando el petróleo estaba por encima de los US$ 100 el barril, y el liderazgo de Hugo Rafael Chávez era indiscutible, y cuando rodaban millares de dólares en las campañas argentinas, peruanas y ecuatorianas el silencio internacional era elocuente salvo las minoritarias voces como la del Dr. Uribe Velez en Colombia.

Y acá estamos, con una superpotencia que fue cómplice con la severa y brutal tiranía de Pinochet y que ahora quiere serlo con la aún más perversa dictadura cubana. Si algo le quedaba de coherencia al Gobierno federal gringo era para con la tiranía castrista, ahora y como en Colombia, su “nuevo mejor amigo”.

Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI

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