¿Dónde está Timochenko?

La frase de la semana anterior, al parecer, fue la respuesta que dio el presidente Santos a Vicky Dávila en el sentido de que más o menos sabía dónde estaba alias Timochenko, jefe narcoterrorista de las Farc, pero pensaría dos veces si dar la orden de proceder contra él, dados los “avances” que se registran en los diálogos de La Habana.

Los análisis de semejante exabrupto se han centrado en la ligereza del primer mandatario e inclusive su desacato al mandato constitucional y legal de combatir a los criminales y ordenar su detención, o darlos de baja si se resisten, en especial si se sabe dónde se encuentran. Que significaría sin más circunloquios una evidente complicidad, contubernio, protección de personas al margen de la ley.

Al día siguiente se conocieron las declaraciones de Juan Carlos Pinzón, ministro de defensa, a un noticiero televisivo, destinadas a guardarle la espalda a su jefe –como lo hace por lo regular, mostrando una cara dura y firme frente a la condescendiente y pacifista que exhibe con frecuencia Santos-. Aunque efectivamente Pinzón quiso dar a entender que la actitud del gobierno y la orden a las fuerzas militares era la de combatir sin tregua a los terroristas, se le soltó la lengua –como la víspera a su patrón- en la respuesta a una pregunta crucial.

Desgraciadamente esa respuesta, de una gravedad inocultable, no ha tenido la trascendencia que debiera y corre el riesgo de pasar por entero al olvido. Al escucharla me causó tal asombro, que no dudo en reproducirla completa y comentarla en sus rasgos esenciales. Ahora pienso que lo más grave no fueron las declaraciones dubitativas de Santos frente al cabecilla guerrillero, sino las aclaraciones de Pinzón, que demuestran la doble moral del gobierno y su contubernio con la tiranía venezolana en contra de Colombia.

Interrogado Pinzón sobre alias Timochenko, apuntó: “Habría que ver si ese individuo ha vuelto a Colombia en los últimos 10 años, ya que la información que tenemos de inteligencia de las Fuerzas Militares es que desde hace muchos años se encuentra fuera del país huyendo las autoridades colombianas”.

Tremendamente grave. O sea que Timochenko, según la inteligencia de las fuerzas militares, hace años que no se encuentra en Colombia, sino “fuera del país” huyendo de las autoridades. Blanco es, gallina lo pone: Timochenko se encuentra en Venezuela. ¿Dónde más? Ya lo indicaban algunos de los correos cruzados entre los criminales de las Farc, en el reciente escándalo de las “chuzadas”, en el sentido de que no solo residía en el vecino país, sino que frecuentaba Caracas, donde programaba reuniones. Así mismo, cuidadosos análisis del video en que “Timo” anuncia hace unos años la muerte de alias Tirofijo, daban cuenta de que el sitio de la grabación era una finca en el vecino país, y que el traje que lucía era un uniforme de los que usan las fuerzas armadas venezolanas.

Y todo esto a ciencia y paciencia del gobierno, que lo sabe, y que no puede negar que la única razón que explica que este sujeto pueda vivir por años en el país vecino es que cuenta con el amparo y auspicio de los gobernantes chavistas. A sabiendas de semejante agresión contra Colombia –eso es exactamente albergar a un líder terrorista que atenta a diario contra nuestro país-, Santos ha aceptado que Maduro sea intermediario en los diálogos habaneros. Ahora se entiende con mayor claridad, sin sombra de duda, el papel de rehén que está cumpliendo, de títere de las dictaduras castrista y chavista, quienes manipulan y apoyan a los narcoterroristas colombianos. Lo mismo que la abyecta contraprestación que a través de la Cancillería le ofrece Santos a Maduro al servir de “mediador” en la actual crisis interna de la nación vecina, para sacarlo de apuros.

¡Hasta tal punto la desvergüenza del gobierno santista! Ahora solo falta que sean ciertas, como lo presumimos, las versiones que hablan de que el presidente enviará cuatro generales activos de las fuerzas militares y de policía a La Habana, a reunirse con los facinerosos. Que sería no solo la mayor humillación histórica a nuestras victoriosas fuerzas armadas, equiparándolos con los criminales, sino la concesión a los terroristas del estatus de “fuerza beligerante” que han venido ambicionando hace décadas. Y nada extraño que a la reunión se aparezca Timochenko, para rematar la tragedia.

Coletilla: En reciente columna la periodista María Isabel Rueda expresó que “Peñalosa debería seguir absolutamente callado. Porque así sube, y sube…”. Consejo que se podría extender al alicaído Santos, que al igual que el candidato verde mete las cuatro cada que abre la boca. Con razón los dos se han negado a participar en debates con los demás. De semejantes personajes, que cifran su éxito en huirle a la controversia franca y espontánea –reflexiono ahora que estamos en estos días santos dedicados a la meditación-, ¡líbranos Señor!

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar