Dos en una: Fútbol y Farc

Dos temas han marcado el final de la semana pasada y el principio de la actual: el partido de fútbol entre Medellín y Cali y el atentado terrorista de las Farc en Putumayo.

Vamos con el primero…

El Atanasio Girardot se veía espectacular vestido de rojo para la gran final. Medellín llegaba en desventaja por un gol ante un Cali que, con una camada de jovencitos y de la mano de un gran técnico, hizo un torneo sin igual. Los del “Poderoso” jugaron con el alma y se acercaron en el marcador pero no les alcanzó para empatar la serie y forzar los penaltis (algo que en el fondo creo no querían). El árbitro pitó el final y lo que tenía visos de fiesta se convirtió en vandalismo. Mientras los caleños celebraban (tampoco lo saben hacer, pues tres personas murieron esa noche), algunos mal llamados hinchas del Medellín dejaron salir su espíritu criminal y causaron disturbios en los alrededores del estadio.

Puede sonar pesimista, pero lo sucedido es la crónica de una violencia anunciada. Hinchas de todos los equipos se creen con el derecho de hacer lo que les da la gana cuando el resultado es adverso, no es la primera vez que esto sucede y no será la última, por eso las autoridades o toman medidas fuertes o cada seis meses veremos cómo se repite la misma escena, eso sí, con situaciones iguales, quizás de menor impacto, durante el torneo.

En Medellín las autoridades reportaron más de 60 personas capturadas, que obviamente pasarían algunas horas detenidas y listo, para la casa. Es el momento (se repite cada vez que este tipo de cosas suceden) de que se identifique plenamente a quienes protagonizan actos de vandalismo como estos y se les prohíba, mínimo, la entrada al estadio de por vida, así seguro lo pensarán dos veces antes de destruir lo que encuentran a su paso y convertir una fiesta en un campo de batalla, que en ocasiones se tiñe de rojo, ese mismo color que hacía ver espectacular el estadio durante el partido.

Lo segundo…

Doscientos mil galones de petróleo que eran transportados en 22 camiones por una vía del Putumayo, fueron vertidos en la carretera por órdenes de terroristas de las Farc ¿En qué contribuye esta masacre ambiental a su revolución? En absolutamente nada, porque es claro que la ideología, que tanto pregonan ahora que tienen micrófonos abiertos a cualquier hora en La Habana, no existe y ante la ausencia de ideas no les queda más que presionar al gobierno débil con el que negocian y al país, con terror y muerte.

Las Farc quieren que sigamos teniéndoles miedo porque así siempre disfrutarán el control y su mejor estrategia es asesinar soldados y policías, secuestrar, extorsionar y causar daños ambientales irreparables en lugares y a poblaciones que supuestamente quieren defender cuando hablan del campo.

No sé cuánto tiempo tardan 22 camiones en regar 200 mil galones de petróleo en una vía, pero me sorprende que no hubo reacción de las autoridades para mitigar lo que estaba sucediendo, así que los criminales tuvieron el tiempo suficiente de detener los vehículos, dar las órdenes, ver lo que sucedía y replegarse tranquilamente, ¿será que el Estado que ha centrado sus esfuerzos en la firma de un acuerdo se quedó sin capacidad de respuesta ante hechos como este?

Por último: es el momento (al igual que con el fútbol) de que el Presidente Juan Manuel Santos, en vez de ordenar fortalecer los protocolos, entienda que tiene los medios y recursos para caerles a las Farc con toda la fuerza legítima del Estado. Desde La Habana están presionando al país con violencia en medio de los “diálogos”, pues desde Colombia la respuesta debe ser implacable, hay con qué y se puede, falta la decisión.

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