DOS REGALOS DE SANTOS: MAKLED Y BALDA

Como es hora de preparar los inventarios de Santos, vale la pena recordar dos de esas arbitrariedades colosales que cometiera para afianzar las magníficas relaciones que montó con dos vecinos autoritarios, arrogantes, insoportables. Para fomentar sus amores con Chávez, le regaló a Makled. Para mantener contentico a Correa, le regaló a Balda.

Walid Makled era, y si vive sigue siendo, la clave para entender el negocio del narcotráfico que a raudales ha pasado por Venezuela. Según estimativos oficiales, ese trasiego montaba cerca de trescientas toneladas anuales del alcaloide, que finalmente surtía los mercados de Europa, Asia, y los Estados Unidos. Semejante negocio requería alta protección estatal, que coordinó Makled. Este hombre no solo conocía rutas, fuentes de provisión y destinatarios finales, sino que era el intermediario entre los traficantes y la cúpula venezolana que se enriquecía fabulosamente con este negocio maldito.

Pues Makled vino a Colombia y cayó en manos de nuestra policía. Cualquiera comprendía el tesoro que eso significaba para nosotros, como que el hombre era la clave para desentrañar el largo y pesado misterio de nuestras ventas de cocaína por Venezuela. Y era un tesoro para los Estados Unidos, país que invariablemente se declara víctima del narcotráfico e invariablemente pide en extradición a los narcotraficantes.

Colombia tenía mil razones para retener a Makled, juzgarlo y condenarlo de acuerdo a nuestras leyes. Y tenía otras tantas para deportarlo a los Estados Unidos.

Pues Santos le regaló Makled a Chávez. A sabiendas de que era el silencio. A sabiendas de que sería tratado sin miramientos. A sabiendas de que hasta ahí llegaba la información que nos era tan preciosa. Y efectivamente, de Makled nada volvió a saberse. Se lo tragó la tierra. Y Santos, tan campante.

El caso de Fernando Balda, es bien distinto con parejo resultado.

Balda es un activo abogado ecuatoriano, político sagaz y duro crítico de Correa. Cuando se vio perseguido por sus opiniones políticas, se refugió en Colombia, confiado en que su cercanía con Santos, de quien fue su abogado en el juicio por el bombardeo contra Raúl Reyes, lo pondría a cubierto de las insidias de Correa.

Correa montó una operación de secuestro contra Balda, el que se cometió, por funcionarios de la policía secreta ecuatoriana, en las calles de Bogotá. Alertada por la ciudadanía actuó la policía colombiana, rescató a Balda y capturó a sus secuestradores.

Correa buscó otra fórmula y se le ocurrió la mas audaz y sorprendente. Pedirle a Santos que secuestrara a Balda y se lo mandara al Ecuador. Y eso fue lo que hizo Santos. Capturó a Balda, violando todas las reglas del Derecho Internacional, y se lo despachó al Ecuador con su familia, incluyendo una pequeña que por nacida en Colombia es y será colombiana mientras viva.

Correa quedó muy agradecido y Balda terminó en un calabozo, del que saldrá en los próximos días, mejor dispuesto que nunca a continuar su batalla contra el tirano.

Pues así cultivamos relaciones con los dictadores que nos rodean. Con Chávez, mandándole de regalo un bandido cuyos secretos nos eran vitales. Y con Correa, mandándole un hombre honesto, al que secuestra para entregárselo en bandeja de plata. Anotemos este par de barbaridades. La hora del balance final ha llegado.

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