Dos semanas para elevar el debate

El país votará el plebiscito dentro de dos semanas. La campaña ha sido intensa, llegando a veces a la presión indebida como la ejercida contra el alcalde de Medellín. El debate ha tenido de todo.

La campaña para el llamado plebiscito por la paz entra en sus dos semanas finales. De las tres transcurridas hasta ahora puede decirse que han dejado ver desde la tradicional política que usa todos los medios estatales a su alcance, hasta intentos serios y respetables de hacer una pedagogía de los acuerdos con las Farc y sus implicaciones. Estos últimos esfuerzos por parte de algunos medios de comunicación y la academia. El Gobierno, llamado por la Corte Constitucional a hacer pedagogía y divulgación de los acuerdos, ha acudido directamente a la propaganda.

El debate político no ha dejado de ser interesante, por lo que tiene de inédito el proceso previo a un plebiscito de tal naturaleza, convocado forzando los tiempos antes de una reforma tributaria que promete todo menos popularidad.

Los promotores del No se han visto enfrentados a toda clase de dificultades, comenzando por la propia de defender ante la opinión pública una posición negativa, lo que de suyo es tremendamente difícil frente a una convocatoria electoral. Tanto en las huestes del Sí como del No hay posiciones radicales y descalificatorias de los contrarios, pero llama la atención el nivel de agresividad de algunos partidarios del Sí, que al tiempo que promueven la concordia atacan con actitudes fundamentalistas a quienes no comparten su propia visión de la paz.

Ejemplo de ello es la presión que por toda clase de vías se le está haciendo al alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, para que se pronuncie a favor del plebiscito por la paz, y que en concreto diga que va a apoyar el Sí. Con él y con otros protagonistas de la vida pública se bordea el acoso, como muestra de uno de los derroteros por los que transcurre esta campaña, no por corta menos agresiva.

El pasado jueves el propio presidente de la República apremiaba a los alcaldes del país, reunidos en el Encuentro Nacional de Municipios, para que hagan campaña por el plebiscito. No les dijo que la hicieran por el Sí, pero les indicó que son los llamados a “hacer pedagogía por la Paz”. La paz, para el Gobierno, es únicamente el Sí, y los alcaldes lo saben.

EL COLOMBIANO ha otorgado escrupuloso equilibrio en la información derivada de las posiciones tanto del Sí como del No. Y hemos dedicado a diario espacios en nuestras ediciones impresas y digitales a divulgar los puntos de los acuerdos. No lo hacemos porque lo imponga el Consejo Nacional Electoral en una resolución inconstitucional, sino porque así ha sido, es y será el compromiso con nuestros lectores.

No podemos precisar hasta qué punto los colombianos han asumido las exhortaciones para conocer los acuerdos, medir sus alcances, hacer previsiones de futuro y dedicar tiempo a una reflexión informada sobre el sentido del voto el próximo 2 de octubre.

Tampoco se puede, en este balance de mitad de camino, descalificar globalmente el nivel del debate previo al plebiscito, pues así como ha habido apasionamiento e intentos de manipulación, también se ha visto participación, buena fe de muchos colectivos y una presencia activa de grupos significativos de universitarios y movimientos sociales democráticos, amigos de la paz y respetuosos de un entorno pluralista y tolerante.

Estas próximas dos semanas pueden dibujar el panorama de lo que sería una cultura democrática aún por construir, que no excluye el debate intenso ni teme la confrontación dialéctica pero que en todo caso debe excluir la violencia física y verbal.

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