El ilustre compatriota Gustavo Duncan, profesor universitario e investigador cartagenero, escribe un artículo dándole consejos al Partido Centro Democrático, tomando como base la reciente carta de Luis Carlos Restrepo. Dice Duncan que el uribismo debe rectificar su posición respecto al proceso de paz. De lo contrario le va a ir mal en las elecciones y que, interpretando a Restrepo, el PCD no puede atravesarse a la paz como estrategia de poder. Lo más curioso de Duncan es la afirmación de que el PCD debe participar activamente en la negociación para imponer su agenda en las concesiones que se hagan para que haya una paz, pero en términos aceptables para la oposición.
Según Ducan, como las Farc declararon el cese al fuego unilateral e indefinido y esa era una de las críticas del uribismo al proceso, es hora de plegarse a participar en dicho proceso. No tiene reato en decir a continuación:” Está bien que la concesión de las Farc está llena de veneno porque obliga al gobierno a realizar un cese bilateral”. No profesor Ducan. Está mal aceptar ese veneno porque es contrario a la tarea constitucional de la Fuerza Pública de actuar y defender la vida y los bienes de los colombianos con el porte y el uso de las armas legítimas, que no puede ser neutralizado por la invitación del enemigo que es quien se alzó en armas, usa la violencia y ha querido sustituir al actual estado democrático.
El Centro Democrático no tiene como estrategia de poder predicar un tipo de negociación diferente a la del santismo. Es el santismo el que ha elaborado un modelo de paz y negociación para llegar y prolongarse en el ejercicio del poder. Cree Duncan que CD debe apoyar el proceso de La Habana para “imponer su agenda”. Esa afirmación ignora la correlación de fuerzas políticas que se presentan en el escenario de la guerra escondida y aplazada con que juegan las Farc. Porque cada movida de la guerrilla en la mesa habanera es una concesión del gobierno santista. Está tan alargada y consolidada esa táctica que es tarde, muy tarde para que las fuerzas democráticas y en especial el uribismo abdique. ¿Es conveniente y posible que el CD esté en esa mesa de negociación donde prima la estrategia Farc-Santos?
Ese proceso está viciado de nulidad patriótica desde su comienzo por una razón: “En una democracia respetable como la colombiana, sometida al asedio del narcoterrorismo, es inaceptable negociar con los criminales la agenda del País, con mayor razón si la guerrilla no ha vencido ni goza siquiera de empate militar con la Fuerza Pública constitucional”. Por otra parte, profesor Duncan, el uribismo ha sido claro en asuntos de la paz negociada, por ejemplo: la reinserción generosa sin impunidad significa reducción de penas, incluso excarcelación, a condición de verdad, reparación y desmonte de estructuras criminales. La elegibilidad ha estado clara en la Constitución y así la respetamos, al alcance solamente de los responsables de los delitos políticos y no de narcotráfico y otros atroces. Es decir, aceptamos amnistía e indultos para guerrilleros rasos, como también su elegibilidad política. En relación con los responsables de delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra compartimos la reducción de sentencias, pero no la ausencia de pena privativa de la libertad, porque ello autorizaría nuevas violencias vindicativas. Así lo señaló Uribe en respuesta a Álvaro Leyva.
Los últimos coqueteos de Santos hacia Uribe, señor Duncan, esos si tienen veneno. No son expresiones de respeto por su contrincante político ni llamamientos de sincero amor por la patria. Eso no cabe en el corazón de Santos que es como la serpiente del Paraíso. Los hace para evitar una derrota en la refrendación popular de su contrato de rendición con las Farc. Por eso su presunta interpretación de la carta de Luis Carlos Restrepo coincide con la emboscada “fraternal” del Presidente Santos que no quiere tener votos críticos en el referendo. Así que, Don Gustavo, ¿cómo le va? Entre y siéntese. ¿Le provoca un tintico con azúcar?
