El abismo venezolano

Oposición negó emergencia económica
El país va rumbo a una quiebra fiscal

La economía de Venezuela se sustentó durante años en el valor de petróleo. Por mucho tiempo el precio del barril en el mercado mundial dependía en parte de ese país, primer productor mundial. En tiempos de Rómulo Betancourt, como presidente de Venezuela, se llegó al famoso 50-50 por el barril de crudo, gracias a la hábil negociación del ministro de Hidrocarburos Juan Pablo Pérez Alfonso, que capitaneó la campaña por obtener mejores precios por las materias primas estratégicas, lo que dio origen a la creación de la OPEP. Al subir el precio, los países árabes productores quisieron ir más allá y presionaron el alza acudiendo al simple método de reducir la producción de la OPEP, lo que apuntaba a asfixiar a las potencias. Esa táctica generó que se creara un bloque contra la misma, con Estados Unidos a la cabeza y bajo la tutela de Henry Kissinger.

A partir de ese momento, con un precio tan alto del barril, varios países con reservas probadas salieron a vender petróleo, entre ellos Colombia, lo que debilitó cada vez más a la OPEP. Ello explica por qué en la actualidad esta apenas representa una tercera parte del mercado, mientras que Estados Unidos pasó a ser el principal productor mundial. Fue este desarrollo de la geopolítica petrolera y los errores en la política económica interna de Venezuela los que finalmente llevaron ese país a su grave crisis actual.

Es evidente que el modelo económico del “socialismo del siglo XXI” de Hugo Chávez se concentró un usar el petróleo como arma económica. Regaló crudo a países de su cuerda política y financió a los partidos de izquierda de nuestra región, lo que facilitó que antiguos jefes subversivos llegaran al poder por la vía electoral. Se sabe de jugosas remesas de dinero a Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Ecuador y otros países y partidos de Centroamérica. Fue notoria la manera en que intervino en la política interna de El Salvador para respaldar al expresidente Manuel Zelaya, sin conseguir su objetivo. Los obsequios económicos de Chávez a Cuba también son incuantificables.

Todo ese marco circunstancial es necesario conocerlo para entender la génesis de la crisis venezolana y por qué el presidente Nicolás Maduro trató de lograr esta semana que la Asamblea Nacional le aprobara un polémico y gaseoso decreto de emergencia económica, fundamentado en que la situación fiscal es insostenible.

Hoy por hoy Venezuela simple y llanamente podría caer en el default. Es tan nefasta la herencia financiera y el descalabro económico, que le tocó al Gobierno acudir a un Legislativo en manos de la oposición, aún a sabiendas que allí no tendría eco, pues no tiene la menor credibilidad.

Al negarse la Asamblea a esas pretensiones, los ministros decidieron no acudir a la sesión secreta en que se analizaría la pertinencia de ese estado de emergencia. La mayoría de los diputados los declaró, entonces, en rebeldía. Hasta el presidente de la Asamblea, Henry Ramos Allup, sostuvo que los ministros del área económica "entraron en desacato" al negarse a comparecer ante el Congreso. Incluso reveló que querían que la sesión se hiciera sin la presencia de la prensa, a lo que se negó la corporación legislativa.

Es tal la crisis que el gobierno venezolano, para no declararse en virtual quiebra, viene empeñando cada vez más las reservas petroleras en magnitud que se desconoce. Precisamente ese era uno de los aspectos esenciales que la Asamblea Nacional quería saber de los ministros. También querían los diputados interrogar al Gobierno sobre el impacto del cierre de la frontera con Colombia. Se ha establecido, según expertos del sector privado venezolano, que el bloqueo ha causado un enorme daño a la economía binacional, por lo que la oposición exige la reapertura.

Todo este rifirrafe ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de la Constitución por cuenta de una especie de ‘Estado dual’ imperante, que lleva a un permanente choque de poderes, que acaba con lo poco que sobrevive de la institucionalidad. Las autoridades judiciales, al servicio del Gobierno, tratan de intervenir en política y proyectan decisiones a favor de los intereses de oficiales, quebrantando la separación de poderes, como lo hicieron al defenestrar a los diputados del Estado Amazonas a medianoche, a unas pocas horas de la sesión inaugural de la Asamblea. Esta, desafiante, los posesionó pero luego, ante el riesgo de una crisis institucional, hubo de reversar. Ahora son los diputados los que declaran en desacato a los ministros de Maduro… Entre tanto, la crisis económica se agudiza y el país se hunde en la sinsalida política, económica, social e institucional, dejando a millones de personas sufriendo penalidades de todo tipo.

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