El absurdo domina en Colombia

Estamos viviendo una situación excepcional, en la política y la economía colombiana está el mundo al revés. Unos criminales de lesa humanidad y narcoterroristas imponen condiciones al gobierno, que si bien tiene legitimidad de origen ( o al menos así lo conceden las fuerzas políticas, pues bien es sabido que triunfó por un gigantesco fraude, que incluye la compra de votos, el soborno y la biometría, entre otros elementos), cada día se deslegitima más, al obcecadamente pretender promover la instauración del Socialismo del Siglo XXI en Colombia.

Juan Manuel Santos ya no es un simple Kerensky, que por omisión permite la caída del régimen, Juanhampa es un actor fundamental en el derribamiento de la democracia colombiana. Con el señuelo de lograr la paz, que por la vía que él está usando jamás se logrará, está conduciendo un proceso de capitulación del Estado ante los narcoterroristas.

Los diálogos de la paz en La Habana, se han convertido en una constituyente de facto, en donde se pretende hacer una revolución en el ordenamiento jurídico y político en nuestro país. Darles impunidad y elegibilidad a criminales de lesa humanidad, es apenas la punta del iceberg de la capitulación ante las Farc. Lo acordado en cuestión agraria, participación política y narcotráfico ( y eso que falta lo no acordado por exageradas pretensiones de los narcoterroristas) significan un revolcón a la institucionalidad, amén de que de llegarse a firmar el acuerdo, los narcoterroristas no entregarán las armas, lo que constituye darles permiso para ejercer la política bajo la coacción armada, se les entrega inmensurables territorios estratégicos para seguir en el narcotráfico, pues el colmo de la desfachatez es que las Farc no se reconocen como narcotraficantes, siendo el mayor cartel del mundo, y la insolencia llega al extremo de no reconocer las ingentes ganancias que les ha reportado este negocio ilegal, lo que ha dado pie a que el Procurador Ordoñez diga muy acertadamente de que se trata del mayor lavado de activos de la historia.
Juan Manuel Santos ( Juanhampa) no se conforma con esto, además de igualar a los militares y policías con los criminales y terroristas de lesa humanidad de las Farc, los denigra al someterlos a comportamientos serviles, como el ir a dialogar con las Farc sin éstas haber aceptado los requerimientos mínimos para que se logre un acuerdo.

El Presidente Santos había señalado que ante un acto lesivo a una personalidad por parte de las Farc, levantaría la mesa de La Habana. Pues bien, si bien la muerte y secuestro de soldados y policías, además de ataques terroristas a poblaciones civiles, deberían ser motivo para esto, el hecho de él haber aceptado que solamente ante un hecho contra una personalidad terminaría los diálogos, la lógica dice que el secuestro de un General daría pie a ello. Pues no, no solamente Santos continua con los diálogos, sino que avanza hacia un “desescalamiento” del “ conflicto”.

Aquí entra la teoría de conspiración en juego. El hecho de que un General haga labor social, es tan incoherente como que el Departamento de Prosperidad Social, haga contrainsurgencia. El sainete del secuestro del General Alzate se me ocurre un show mediático para darle la puntillada final a la posibilidad de paz: se “secuestra” a un General, para que las Farc lo entreguen, y a continuación se señala la entrega del secuestrado como un gesto de paz. ¡Por favor! Consecuencia de esto será el “desescalamiento”, que en realidad significará el cese unilateral del fuego, pero por parte de las Fuerzas Militares, pues las Farc seguirán con sus ataques terroristas, bajo la cubierta de las bacrim y otros grupos, con quienes ya se ha demostrado sus asociaciones.

Estamos pues en el reino del absurdo, las Farc cogobernando, los militares y policías humillados, el Congreso legislando a merced de los dictados de Santos, La Fiscalía empeñada en una staliniana persecución de opositores, las Altas Cortes y en general toda la justicia actuando bajo los mandos del soborno o de los infiltrados de la izquierda dentro del sistema judicial, es decir, no hay separación de poderes, pues el legislativo y judicial están arrodillados ante el ego de JMS.

La cúspide del absurdo se ve en área económica, en donde el gobierno pretende una reforma tributaria, que acabará con el aparato productivo y la clase media y los empresarios, dirigidos por un áulico de Santos, insisten en “ ser capaz” de tragarse ese sapo.

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